jueves, 3 de abril de 2008

La Loca de la Casa: El miedo

Cuidado al imaginar
Por Gaby Vargas
“Escucha la voz... escucha la voz”. Ocho amigos, sentados en medio de la sala frente a nosotros y con los ojos cerrados, obedecen a la voz misteriosa y persuasiva del hipnotizador brasileño, que los invita a relajarse para así inducirlos a un estado de hipnosis.Los demás del grupo observamos con expectación y curiosidad. A los 17 años, nunca habíamos presenciado algo semejante.El hipnotizador continúa con su táctica hasta que, ante el asombro de todos, los ocho voluntarios están totalmente hipnotizados. Entre risitas nerviosas y pena ajena, observamos cómo obedecen dócilmente las órdenes del brasileño.“Vas manejando un convertible y ves a tus amigos en la calle; salúdalos”. Y los hipnotizados saludan con entusiasmo, cual títeres jalados por un hilo. “Ahora sales del auto y sientes un frío tremendo”. Ante la diversión del público, todos titiritan como si la temperatura del cuarto hubiera descendido a bajo cero. Y así los dirige, hasta que les da la orden de despertar al escuchar una fuerte palmada.Desde ese día me impresiona lo que la mente puede llegar a hacer con nosotros. En el caso de sentir frío, se hizo evidente cómo la imaginación puede superar a la realidad. Y, la verdad, es de asustarse, si tenemos en cuenta lo común que es darle albergue permanente a “la loca de la casa”, es decir, la imaginación, que suele ser ilimitada y produce una serie de cosas en nuestra mente, que nos pueden llevar a convencernos de que podemos o no podemos hacer algo, lo que sea. Estos productos pueden ir desde lo más maravilloso hasta lo más nefasto y al desastre total, como en el caso de los miedos.Miedos que nos paralizan, nos impiden creer en nosotros mismos y lograr nuestros sueños.Miedos que nos hacen personas indecisas, desconfiadas, timoratas y preocuponas ante los retos.Miedos que nos pueden convertir en padres sobreprotectores e infundir temor en los que nos rodean. Miedos que nos boicotean al posponer el dar el paso, al desaprovechar oportunidades de desarrollo y éxito.Miedos que nos llevan a no valorarnos lo suficiente, a no sentirnos con derechos y a volvernos dependientes de otras personas, de instituciones o creencias que nos conducen lejos de la realidad. Miedos que nos convierten en personas rígidas, enjuiciadoras, autoritarias, poco flexibles...Lo irónico es que está comprobado que el 90 por ciento de los miedos no son reales. Sin embargo, reaccionamos ante este sentimiento como hipnotizados. Una vez que una persona cree que algo es verdad, sea o no, actuará conforme a ello. Instintivamente buscará acumular datos que apoyen su creencia ¡sin importar cuán falsa sea! Para enfrentar los miedos podemos, primero, reconocer y aceptar que los siento. Creer y confiar más en mí, en mis propias capacidades, en ser yo mismo (a). Aprender a centrarme, a practicar más la introspección y confiar en mi sabiduría interna para que mi mente no me acose con dudas. Aunque sienta miedo, voy hacia delante con fe y entusiasmo. Debo darme cuenta de que el poder de mi mente tiende a exagerar y a distorsionar la realidad. Recordar esas situaciones que he vivido y he salido adelante, aprender a centrarme y evitar huir o reaccionar de manera exagerada cuando imagino lo peor. Escucha la voz... pero la tuya. De practicar lo anterior, quizá logremos evitar que sea “la loca de la casa” quien nos hipnotice con falsas creencias y termine por gobernarnos.— erika.jurado@gabyvargas.com
Publicado en el Diario de Yucatán.30-03-2008.

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