jueves, 13 de septiembre de 2007

Tesoro Oculto, desarrollo Personal, Libros de Bucay

Diversos Artículos

Desarrollo Personal
Desarrollo personal... No es la primera vez que leemos estas dos palabras juntas, pero... sabemos cuál es su significado? O mejor aún, tiene algún significado "exacto"; "preciso"; o "inequívoco"? O sería mejor preguntarnos:¿Qué significa el Desarrollo Personal para cada uno de nosotros?Más acorde con esta última propuesta, podemos decir que, el "Desarrollo Personal", puede ser visto de muchas maneras por cada uno de nosotros (como un árbol que crece, como una persona que aprende, etc...) pero si en algo podemos estar de acuerdo todos, es en lo siguiente: siempre lo vemos como un proceso: es decir, como algo que implica tiempo y que tiene una dirección y un sentido.Generalmente, cuando hablamos de la dirección de nuestro desarrollo personal, nos referimos a "ir hacia nuestras metas" y, cuando hablamos de sentido pensamos en "el por qué" vamos hacia esas metas. En definitiva, una metáfora que se adapta perfectamente al desarrollo personal, es la del Viaje. Podemos decir, entonces, que nuestro desarrollo personal es "el viaje de nuestra vida".¡Cuantas cosas que involucra un viaje! Elegir el destino, pensar si iremos solos o acompañados, si será más directo o con muchas escalas, cuanto nos costará, qué haremos en cada tramo y qué pasará cuando lleguemos a destino... en fin, un sinnúmero de cosas! Y entre tantas cosas, hay un factor que influye notablemente en nuestro viaje y que nos condiciona durante todo su transcurso: El Equipaje.Si: el "bendito equipaje"... Tan necesario y tan molesto a la vez! Ese mismo, que debemos "cargar" por todos lados. Ese, que nos hace perder tanto tiempo ordenándolo, el que nos desespera cuando se pierde y el que nunca tiene lugar, para poner todo lo nuevo que adquirimos...¿Quién no ha cargado con una pesada valija, un bolso, o una mochila?¿Quién no se arrepintió de haber llevado algo que nunca usó?¿Quién no maldijo alguna vez su equipaje...para luego seguir junto a él como si nada??Esto se debe a la cualidad "dual" de nuestro equipaje: es amplio y estrecho; es cómodo e incómodo; es necesario e innecesario; es seguro e inseguro, es útil e inútil... todo a la vez!!! Si no podemos viajar con él, pero tampoco sin él... ¿qué podemos hacer?Podemos empezar por reconocer que lo cargamos; Podemos seguir por conocer aquello que cargamos; Luego elegir "qué" cargar en él y cuándo hacerlo. Podemos, por ende, elegir qué descargar... La decisión es personal.

"El Tesoro Oculto"
Escrito por Roberto
miércoles, 14 de marzo de 2007
"Cerca del río Indo había un persa llamado Alí Hafed. Era dueño de una enorme hacienda en la que vivía cómodamente con su familia. Sin embargo, el hombre, aunque rico, sentía que su existencia carecía de sentido y tenía el legítimo deseo de superarse aún más. Un día cierto viajero le mostró un diamante y le dijo cuánto valía.
El hombre rico obsesionado con la idea de volverse multimillonario vendió la granja, dejó a su esposa e hijos encargados temporalmente con un familiar y salió en pos de su anhelo.
Alí se gastó cuanto dinero tenía buscando diamantes en todas las playas y ríos de arenas claras, hasta entonces conocidos. Ya en la miseria volvió anónimamente a su ciudad después de varios años pero su familia se había mudado. Como un vagabundo fracasado, desalentado y perdido, se adentró en el mar y se suicidó.
Lo verdaderamente trágico de la historia es esto: El hombre que compró la granja de Alí Hafed, una mañana que estaba dando de beber a sus camellos en el arroyo que pasaba por su terreno, vio una piedra negra que emitía un destello de luz.
La limpió y descubrió un cristal precioso. Escarbó en las aguas del riachuelo y casi a flor de piso halló gemas más hermosas y grandes aún. De esta forma y en ese precioso lugar, se descubrió el yacimiento de diamantes más grande del mundo: La mina "Golconda". Las gemas más maravillosas que se han hallado provienen de la que fue la granja despreciada de Alí Hafed."
¿Cuántas veces sucede esta situación en nuestras vidas? No sabemos valorar lo que tenemos. Por el contrario, nunca estamos conformes con lo que poseemos: nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro hogar, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra capacidad, nuestras virtudes, nuestra vida, nuestra comunidad, nuestro país, nuestro planeta.
Buscamos las cosas superfluas, olvidando el verdadero tesoro que cada uno tiene a su alrededor y dentro de sí mismo. Como bien lo decía Daniel Defoe, en su novela "Robinson Crusoe": "Si somos desdichados a causa de lo que nos falta, es porque no sabemos agradecer lo que tenemos".
¿Cuándo fue la última vez que contemplaste un atardecer en verano? ¿Cuándo fue la última vez que apreciaste la sonrisa sincera en el rostro de un niño? ¿Cuándo fue la última vez que sentiste el roce del viento en tu cuerpo o el aroma de una flor en tu nariz? ¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste la plática alegre de un anciano que solo quería que alguien tuviera tiempo para él? ¿Cuándo fue la última vez que le prestaste atención a tu voz interna que te decía: quiero cambiar?
Los tesoros más maravillosos existen en tu entorno. Allí están y sólo esperan que tú los descubras. Todo consiste en sacar un poco de tu tiempo y simplemente disfrutarlos.
El primer paso es sencillo: cambiar tu actitud de la vida, sin despreciar aquello que te fue dado. Solo mientras reconozcas que eres una persona especial, te sentirás inmensamente millonaria con lo que posees.
Roberto Cóceres

LOS LIBROS DE BUCAY
Mado Martínez Muñoz
Estamos en la cultura de los libros de autoayuda, los consejos, las recetas mágicas, el feng shui, el tai-chi, la aromaterapia, la gemoterapia, la acupuntura, los centros budistas... Entre el resurgir espiritual y la crisis de fe yo casi que me inclino por pensar que, efectivamente, nos encontramos en un mundo en el que los occidentales estamos pasando una grave crisis existencialista. Queremos estar contentos con nosotros mismos, recuperar nuestra autoestima, sentirnos bien y que nuestra vida tiene sentido, ser mejores personas cada día... No nos extrañe, pues, que los libros de Jorge Bucay estén desbordando los estantes de los Best Sellers de las estanterías de las librerías de todo el mundo. Ya parece que pasó de moda Pablo Coehlo y que ahora lo que se lleva es Bucay. Ciertamente, ambos se alimentan de la misma semilla: una escritura sencilla cuya importancia no se centra en las formas sino en el contenido, es decir, en el mensaje y la parábola que nos quiere transmitir. Coehlo se tiraba más por lo místico mientras que Bucay se tira más por las reglas de la psicología. Confieso que al principio renegaba de todos estos escritores sin voluntad explícitamente literaria, pero con el tiempo, he llegado a adorarlos. Esta artículista que os habla ha sido testigo de cómo los libros de Bucay han conseguido a ayudar a muchas personas que lo estaban pasando realmente mal. No se trata de que los lectores acudan a esos libros buscando consuelo, porque no lo van a encontrar, pero sí que hallarán las herramientas que les permitirán ver las cosas de un modo que antes se les había escapado: pero claro! cómo no lo había visto antes! Títulos como El camino de la autodependencia, El camino de las lágrimas o El camino de la felicidad resultan de ayuda a multitud de psicólogos, psiquiátras y terapeutas que los "recetan" (sí, sí, los recetan) a sus pacientes como condición sine qua non: "la semana que viene lo trae leído o no seguimos". Esto no quiere decir, en modo alguno, que tengamos que estar de psiquiatra para leer a Bucay, ¡para nada!. De hecho, leer a Bucay en estados de sobriedad y equilibrio en nuestras vidas nos abrirá nuevas perspectivas y nos proporcionará las herramientas necesarias para avivar nuestra inteligencia emocional. Amigos, a leer a Bucay.
Mado Martínez Muñoz

Comentarios:
He leído a Bucay, a Coelho, para mi si hay mucha diferencia entre ambos autores, cada uno en su estilo. Que tengan buen cierre de semana.