miércoles, 7 de noviembre de 2007

Madurar

El pescador de tigres
Aquel día caminaba sin destino por la playa cuando vi a lo lejos el espigón de los pescadores. El muelle estaba desierto salvo por un hombre que pescaba, me llamo la atención la precisión con que realizaba sus movimientos. Pero mas me sorprendió que su caña no llevara carrete, ni sedal, ni anzuelo…ni cebo.
Por su cabello blanco supe que era un anciano, aunque por su agilidad parecía un hombre joven .En su perfil derecho se podía apreciar todas las arrugas del mundo, en el otro si las tenía permanecían ocultas por una extraña cicatriz de cuatro trazos.

-¿se pesca algo?- Le pregunté con cierto atrevimiento.
Y mirándome como si me hubiera estado esperando me dijo:

- se pesca lo que uno tenga voluntad de pescar. Todo radica en la paciencia y en saber elegir el cebo. Usted vino, ¿no es verdad? Entonces, lo que en su caso dio resultado fue la curiosidad…

-Entonces, suponiendo que eligiese bien el cebo, ¿Qué podría pescar aquí?

-Desde aquí- dijo mirando la vastedad el mar- me fue dado pescar casi todas las especies marinas. Peces diminutos…peces tan grandes como ballenas…. Peces transparentes… peces con alas…y también muchos otros.

- ¿muchos otros?

-Aquí he pescado también, hace ya tiempo y usando el cebo apropiado, peces que vinieron de ríos muy remotos. El agua es una sola. Y del mismo modo que los pesque, los devolví al mar con la esperanza de que supieran encontrar el camino de regreso.
- Piense lo siguiente: si arroja el cebo apropiado y cae a 10 cm. de un salmón, ¿picaría?

- Supongo que si…

- ¿y a 11 cm.?

-calculo que también…

- 12 o 14 tendría el mismo efecto ¿verdad?

-Por lo tanto, si no se puede determinar cual es el límite para que un cebo atraiga a los peces, quizá el límite no exista…siempre que uno sepa esperar.
Imagine cuán importante pueden ser la paciencia u un buen cebo, que cierta tarde pesque un enorme tigre.

- Un pez tigre, a eso se refiere…

- no un gran tigre de bengala que no paraba de correr entre las olas, dijo mientras se señalaba la enorme cicatriz de su cara

- Y cómo consigue pescar sin sedal, ni cebo

- Cuando yo era NIÑO el sentido de la pesca consistía en tener rápidamente al pez en mis manos. El único desafío era poder mostrar a todos lo que había conseguido. Después de algunos años lo que me importaba era la lucha que comenzaba desde que el pez mordía el anzuelo hasta que lo veía dar sus últimos saltos cerca de la costa.
Cuando fui adulto me interesaba la sensación del momento previo a la mordida del pez. Es decir, la emoción de la sorpresa, del azar, la posibilidad de que todo podía ocurrir en cualquier momento. Fracciones de tiempo ordenadas una detrás de otra, a partir del instante en que el anzuelo se hundía en el agua…
Ahora que soy un hombre viejo, lo que me impulsa es la experiencia de la espera. El sentido de la paciencia. Ahora, porque sé que puedo, ya no me hace falta hacer.

Luego me dijo que necesitaba retirarse a descansar. Me tendio la caña y me indico la tienda donde podria conseguir sedal, anzuelo y un buen cebo.
Porque- me aconsejó- nunca es bueno saltarse etapas.