LOS ENEMIGOS DEL ÉXITO
Lic. Renny Yagosesky
Los seres humanos pensamos, sentimos y actuamos, casi siempre en ese mismo orden secuencial. Lo que pensamos en cada situación, estimula en nuestro organismo una serie de reacciones que percibimos como emociones y sensaciones corporales, las cuales a su vez nos impulsan a actuar en determinada dirección. Debido a que ésta es la forma como funcionamos, lo que pensamos y sentimos resulta fundamental para lo que hacemos y, por ende, para lo que terminamos por lograr.Si nuestros pensamientos son favorables y positivos, no actuamos igual que si son pesimistas y negativos. Los primeros, conducen más fácilmente al éxito que los segundos. Es por esto que debemos estar alerta para prevenir y enfrentar los agentes limitantes mentales y emocionales, tales como: la queja, la crítica, la envidia, los celos, el pesimismo, la violencia y la ingratitud, entre otros.No siempre es negativo quejarse, pues la queja es un mecanismo de regulación interna, de catarsis, que nos permite sacar la frustración que se vive ante resultados indeseados, productores de dolor o sufrimiento. Lo negativo es convertirnos en quejumbrosos permanentes y usar la queja como careta de la inacción. Cuando algo sale mal, analizamos, diagnosticamos y tomamos decisiones alternativas para mejorar y cambiar lo que no nos resultó insatisfactorio. La queja frecuente es anti-éxito.La critica también perjudica nuestro éxito. Es una válvula de escape poco útil, pues se basa en la idea que "yo sé y ellos no". Criticamos a otros, generalmente cuando están ausentes, y lo hacemos de manera desconsiderada, por el pecado de no hacer lo que nos gustaría que hicieran. Pocas veces la crítica es oportuna, inteligente y adecuada. Además, criticar a otros es fácil cuando no nos ponemos "en sus zapatos".Juzgar a los demás es injusto e inapropiado, si consideramos que en nuestras vidas hay demasiado que mejorar, reparar o arreglar, como para invadir la vida de otros con nuestros supuestos personales. No es lo mejor que un ciego guíe a otro ciego. Además, mejor que criticar es comprender y predicar con el ejemplo. Al criticar, perdemos tiempo y energía preciosos, que podrían ser utilizados para alcanzar nuestro éxito.Envidiar es sentirse mal por el éxito ajeno. La envidia refleja baja autoestima y genera un bloqueo enorme a nuestro objetivos, ya quien envidia se acoge a varias creencias auto limitadoras: "Dios es injusto", "lo que otro tiene debería ser mío" "no soy capaz", etc. La envidia tiene tres elementos básicos: deseo, comparación y decepción. Debemos evitar compararnos para no decepcionarnos, y, más bien, concentrarnos en nuestro poder y dirigir las energías al desarrollo del talento y a la búsqueda de oportunidades de expresarlo.Los celos también dañan el paisaje del éxito personal. Los celos se relacionan más con el dominio y el control que con el amor y el respeto. Debemos saber que la gente cambia y que eso que hoy anhela, puede mañana no interesarle. La verdad es que para tener éxito hay que aprender mucho desapego emocional, lo cual no implica indiferencia, aunque sí una cierta renuncia a la actitud de "me perteneces" que sólo impulsa conductas de chantaje emocional. Celar roba mucha energía y crea muchos y grandes conflictos. Las personas somos confusas, contradictorias y cambiantes, y más vale aceptarlo de una buena vez, para evitar desengaños.El egoísmo es una de las tendencias de comportamiento más dañinas que existen. Se basa en una falsa sobreestimación de la propia personalidad y en una subestimación de los intereses, deseos y necesidades de quienes nos rodean. Es atentatorio del éxito, atrae conflicto y desconoce que el éxito surge de la interacción de muchos factores. El egoísta se cree autosuficiente e ignora que vivimos en red, es decir, que todos estamos conectados con todos. Lo que hace posible la fuerza de una cadena es la unión que existe entre sus eslabones.La violencia es otro enemigo del éxito. Sus consecuencias son: conflictos, heridos, muertos y pérdidas materiales. No habrá jamás un éxito basado en la violencia que merezca honores o reconocimientos. Con la violencia, siempre se pierde; con la violencia, todos pierden.La ingratitud lesiona las relaciones, y engendra resentimientos y enemistades. El ingrato no percibe el valor de dones o dádivas. Le cuesta aplaudir o halagar pues lo que su mente prioriza es lo ausente, lo carente, lo que aún falta por legar. Eso lo hace un inconforme y un insatisfecho. Por el contrario, quien agradece más gana más, tiene más y disfruta más.El pesimismo, esa tendencia a esperar lo pésimo obscurece la visión de las oportunidades. Es un enemigo del éxito que reducen la valentía y el riesgo.Como vemos, estos factores internos, actitudinales, limitan en mucho aquello que deseamos alcanzar, lograr o construir. Nos toca si deseamos vivir de una manera gratificante y digna, promover y sostener un cambio hacia la mentalidad positiva y la acción productiva. Querer y hacer.
Lic. Renny Yagosesky
jueves, 29 de octubre de 2009
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