miércoles, 30 de julio de 2008

EL ARTE DE SER FELIZ-IGNACIO LARRAÑAGA

PUBLICADO EN EL DIARIO DE YUCATAN

( Nota del Martes 13 de mayo de 2008 )
La angustia, el aguijón de la enfermedad“El arte de ser feliz”
Ignacio Larrañaga
Entrevista al padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano capuchino, fundador de los Talleres de Oración (www.tovpil.org) y autor del libro “El arte de ser feliz”.¿Es posible que el hombre sea realmente feliz?Aunque mágica, la palabra felicidad no deja de ser una palabra equívoca. En realidad nadie es feliz, completamente feliz. Puede haber momentos de éxtasis o exaltación y en esos momentos parece que se ha llegado a la plenitud de la felicidad; pero ¡vana ilusión!, son momentos efímeros, fugaces.Puede haber ráfagas de felicidad, copas de alegría, pero ¿la felicidad misma? No. Lo que aborta la felicidad es el sufrimiento, y aquí podemos establecer una ley de proporcionalidad: cuanto más sufrimiento, menos felicidad; cuanto menos sufrimiento, más felicidad. “El arte de ser feliz” enseña a eliminar o aminorar cualquier sufrimiento y, por este camino, enseña no a ser feliz, pero sí a ser más feliz. He ahí el arte.¿Un hombre que sufre enfermedad o dolor físico puede ser feliz? Se puede decir que cualquier dolor corporal ya ha sido eliminado con las medicinas modernas. Pero ¿y la enfermedad? El problema de la enfermedad no es la perturbación biológica sino la resistencia mental que tiene la angustia. La angustia es el peor aguijón de la enfermedad. Un enfermo inundado de una gran paz es un enfermo feliz.Este libro enseña precisamente eso: arrancar a la enfermedad su peor aguijón que es la angustia. Transformar la enfermedad en la “hermana enfermedad” y hacer del enfermo un “enfermo feliz”. He ahí el arte.Hoy día vivimos pensando en tener éxito, ¿cómo prepararnos para aceptar el fracaso? Es verdad. Estamos inmersos en una sociedad excesivamente competitiva en la que el más fuerte, el más audaz, el más creativo se lleva la palma en una lucha sin cuartel. Por todas partes se oye el grito romano: “Ay de los vencidos”, es decir, “Ay de los fracasados”. En esta sociedad no hay lugar para los fracasados, ellos son eliminados con crueldad y sin compasión. Usted me pregunta: “¿Cómo aceptar el fracaso sin derrumbarse?”, francamente no lo sé, o mejor, lo veo imposible. Tal vez tan sólo en el espíritu de fe y abandono en Dios podría suavizar el golpe y ayudarlo a mantenerse de pie. Sin fe es inevitable caerse de espaldas, hecho pedazos.Hay gente que cree que el hombre se tortura con angustias y obsesiones porque piensa demasiado.No porque piensa demasiado sino porque da vueltas en su mente, e inútilmente, a hechos consumados y episodios tristes. Y de tanto dar vueltas en su cabeza a sucesos tristes de la vida las personas se hacen temperamentalmente tristes. Los hechos que no tienen solución o la solución no está en nuestras manos, ¿para qué darles vueltas en la mente? Hay que dejarlos en manos de Dios.¿Por qué cree usted que tenemos tanto miedo a que los años se nos pasen y la muerte nos sorprenda sin haber vivido? ¿Cuál es su respuesta a los que temen la muerte? Es un sentimiento hondo, casi siempre inconsciente pero real: se les van pasando los años y están aproximándose al ocaso de la vida. No les falta nada. Por tenerlo todo, hasta tienen salud física y mental, pero están dominados por la sensación de que les falta todo.Si les preguntamos la razón de su vivir, responderán que no la tienen. Es el vacío, la oscura sensación de que se les va la vida sin haberla vivido. Su existencia no ha sido gratificante. ¿Respuesta a los que temen la muerte? No es fácil responder. Es un fenómeno de gran complejidad. Ese temor, para los que no tienen fe, participa del “horror vacui”, horror al vacío. Desde luego es un temor irracional: se debería pensar mil veces en la ley universal de que lo que comienza, acaba, ley respetada por todos los seres de la creación, excepto por el hombre.Al igual que aprendemos a leer, escribir... ¿tenemos que aprender a ser felices? ¿Depende de nosotros o de las circunstancias que nos toque vivir? En la época prehumana, los animales no se hacían problemas para vivir. Todos sus problemas los encontraban solucionados mediante mecanismos instintivos con los que resolvían, casi mecánicamente, sus necesidades elementales. Los animales no pueden ser más felices de lo que son. No tienen problemas. No se aburren. El hombre, en cambio, desde que sale a la luz, todo son problemas: tiene que comenzar a respirar, alimentarse, a andar, a hablar... y así a lo largo de los años, y hasta la muerte, su existencia es un eterno aprender a vivir y ser felices. Es verdad que hay personalidades genéticamente proclives a la tristeza, otras a la alegría.También es verdad que ciertas circunstancias de la vida pueden favorecer u obstaculizar la dicha del vivir. Pero es el lector mismo quien tiene que poner en práctica los medios de autoliberación que el libro entregará y, en un proceso de progresiva superación del sufrimiento humano, avanzar paulatinamente hacia la tranquilidad de la mente, la serenidad de los nervios y la paz del alma.En la actualidad disponemos de muchos medios materiales, avances tecnológicos... pero la gente parece más individualista, nerviosa, dispersiva, en una palabra, menos feliz. ¿Tendremos que huir a una isla desierta para ser felices? Efectivamente, la sociedad moderna es asesina, digamos así, porque acaba por desintegrar lo más sagrado del hombre que es la unidad interior y la estabilidad emocional. Y por ahí sobrevienen la dispersión, el estrés, y podemos aproximamos peligrosamente a la depresión, y todo esto en medio de la sensación generalizada de desasosiego. Para salvamos de una sociedad tan desestabilizadora no necesitamos retiramos a una isla solitaria. Pero tampoco se nos regalará la dicha de vivir como un presente de Navidad. El lector tendrá que someterse a un proceso de autoliberación siguiendo las pautas del libro.Usted da mucha importancia a la oración, ¿necesita de ella para vivir con alegría? Pienso absolutamente que el trato de amistad y la relación personal con Dios favorece enormemente, casi decididamente, la libertad interior, la ausencia del miedo y la alegría de vivir.Además, sospecho que la oración y la actitud de abandono son el único camino de la paz profunda. De todas maneras, pienso que los golpes rudos de la vida nos despedazarán inevitablemente si Dios está totalmente ausente del corazón.Y si no tienes fe, ¿puedes ser igualmente feliz? Comprendo que puede haber hombres y mujeres completamente agnósticos e igualmente felices. Pero esto por excepción.El hombre sin fe tiene que sentir un gran vacío allá en la última soledad del ser, en aquel pozo infinito que sólo un infinito puede llenar.En todo caso, todas las reflexiones y orientaciones que entrega “El arte de ser feliz” van dirigidas a los que no tienen fe o la tienen débil.— Madrid, España (por Lidia González y Teresa de Diego. Distribuido por Zenit).

viernes, 25 de julio de 2008

DE SEMILLAS DE VIDA

NAVEGANDO SIN RADAR

El otro día fui a una agencia de venta de automóviles, y sometí a prueba de carretera un carro Honda sin estrenar. Yo tenía mis reservas mientras lo conducía, algo en mi corazón me decía que debía regresar. Sin embargo, continué manejando bajo la lluvia. "¿Quieres probar un carro nuevo?", le pregunté retóricamente a mi pequeño hijo, de tres años. El coche era hermoso. Su interior se parecía al de un Jeep que había tenido. Poseía un tragaluz en la parte trasera para que uno pudiera mirar las estrellas al acampar en el coche. Era perfecto.

El vendedor quitó amablemente el asiento de mi hijo de nuestro viejo Oldsmobile, y lo puso en el nuevo Honda. Conducir este carro fue maravilloso. Pero no era el automóvil lo que yo quería tan desesperadamente, sino lo que él representaba. Había dejado mi hogar de Colorado donde viví por 26 años, para mudarme al ambiente urbano de Atlanta. No hablaba mucho de la transición, no sé, porqué. Pero fue dolorosa. Fue como perder una parte vital de mí misma. Dejé amigos, recuerdos, hábitos, mi cafeteríafavorita, el sendero para bicicletas detrás de mi casa, las caminatas que hacía por las tardes para aclarar mi mente, y las rutilantes estrellas que me hipnotizaban cuando no podía dormir. Había salido del lugar que en verdad conocí.

Por el ardiente deseo que tenía de encontrar trabajo en mi nueva ciudad, fui de un empleo temporal a otro, algunos de los cuales duraron un día o dos, y algunos un mes o dos. Esa experiencia fue triste y aturdidora. Después de siete largos años, todavía me levantaba de mañana sintiéndome una extraña en mi propia casa. Mi bicicleta se oxidó, mis botas de excursión se llenaron de polvo, y mi Jeep se desarmó. Sentía como si el tedio de mis circunstancias estuviera acabando con mi alma.
En mi ingenuo corazón, percibí que el nuevo coche de alguna manera me transportaría a los contornos familiares de mi vieja vida. Pero no iba a ser así. El precio del coche excedía a mi presupuesto, por lo que me metí de mala gana en mi viejo automóvil y me dirigí a casa. Esa noche, me desplomé sobre el piso del baño, donde nadie pudiera verme, y lloré desconsoladamente.
Talvez tú has tenido una experiencia similar, o has sabido lo que es una frustración a una escala mucho mayor. Viste cómo el mar arrastraba más y más tus visiones de grandeza, hasta verlas convertidas en un débil recuerdo de un sueño irrealizado. Sin embargo, los fantasmas siguen regresando para atormentarte por las cosas que tú nunca lograste, por las palabras que nunca pronunciaste, y por los lugares que nunca visitaste.
"La esperanza que se demora es tormento del corazón"
Sé que esto es verdad. A veces la voz de Dios es imprecisa, por lo que, cansados de las luchas de la vida, dejamos que la corriente nos lleve a donde sea. Nuestras aspiraciones se marchitan en el implacable ciclo de la monotonía y, aunque sabemos que Dios está con nosotros, nuestra vida y nuestras circunstancias nos dicen lo contrario.

Hace poco hablé con una mujer llamada Renée, quien se cayó de su cama mientras dormía. Ese terrible accidente la mandó a una silla de ruedas para el resto de su vida. Hoy es una cuadriplégica que ha aprendido a vivir con su impedimento. Ella no puede encontrar una explicación verdadera a las insólitas circunstancias de su lesión. Una buena amiga mía fue abandonada por su novio tres días antes de su boda. Y otra amiga nunca ha sabido lo que es el amor.

La mayoría de las veces, no son nuestras circunstancias físicas las que nos desconciertan; es lo que ellas representan. El preguntarnos adónde nos está llevando la vida, o peor aún, de dónde nos ha traído, puede ser torturante. El pensar si nuestras convicciones serán confirmadas, puede ser fatal. El preguntarnos si hemos entregado nuestra vida a una religiosidad enfermiza, o a un Dios vivo y real, es lo suficientemente como para extinguir las esperanzas más risueñas. Dios sabe que atravesamos pruebas como éstas, pero Él prefiere a veces permanecer callado.

Cuando no podamos oír Su voz, debemos atesorar las cosas que sabemos que son ciertas. Si un piloto se desorienta, utiliza un método de navegación llamado "navegación sin radar". Nosotros, también, podemos volar sin radar. Nuestras coordenadas son las promesas de Dios, y ellas nos llevarán a un lugar de refugio. "¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí allí tu estás. Si tomare las alas del alba, y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra".

Dios nos ha dado anclas para que cimentemos nuestra fe cuando no podamos ver lo que hay delante de nosotros. No hay mejor antídoto contra la debilidad espiritual que la lectura diaria de la Palabra de Dios, porque la Palabra de Dios es segura.

Cuando Renée (la mujer que mencioné antes) se enteró de que iba a quedar confinada a una silla de ruedas, clamó a Dios: "Señor, ¿eres justo en esto?" La noche anterior al accidente, ella había bailado con su novio; ahora ya no podría hacer la caminata hacia el altar en su boda. Hoy, ella comenta de cómo le habló la Biblia en esas torturantes horas: "Él me dijo: 'No temas. Yo voy siempre delante de ti. Ven y sígueme, y te daré descanso. Y te alzaré en alas de águilas'".

Finalmente, la oración es una coordenada fundamental que ajusta nuestra brújula. Aunque lloré por tener que conducir un viejo automóvil , y lamenté la pérdida de las cosas que había dejado atrás, hablé con el Señor sobre mis sentimientos cuando regresaba a casa, después de haber estado en la agencia de coches. Le hablé de mis anhelos y de mi insatisfacción, y recordé el último día que había pasado en Colorado. Le había rogado al Señor que me diera una casa en las montañas. Pero Él me dijo que lo que tenía reservado para mí era mucho mejor que eso.

A veces, es difícil ver a Dios. Contemplamos sus manifestaciones en todas partes, pero fallamos al no verlo a Él. El corazón es voluble. Ansiamos las cosas temporales de este mundo, tales como el ascenso político, el estatus social, y los automóviles. Renunciar a esas cosas puede ser doloroso, pero Dios nos creó para la eternidad, y Él está ocupado en lograr que nuestra mirada fija esté siempre dirigida al cielo. Él nos está podando para la eternidad, porque sólo después que el grano de trigo cae en tierra y muere, puede dar fruto.

Braulio Barcenas

miércoles, 16 de julio de 2008

33 pasos para reclamar tu poder interior de STUART WILDE

PASO 30: DISCIPLINA ESPIRITUAL

La base de la disciplina espiritual es recordarte a ti mismo que no eres tu cuerpo físico, tus emociones, tu intelecto, creencias, trivialidad, sexualidad, ni religión. Eres un Ser Infinito que le alquila un cuerpo a la Fuerza Divina. Has venido a experimentar y a trascender.

La disciplina central es la trascendencia. ¿Qué harás hoy para ayudarte a ir más allá de la experiencia física y comprender mejor este viaje? La disciplina espiritual no es más que no perder de vista la Fuerza de Dios.

Un ejercicio que recomiendo es, cada vez que tengas un momento tranquilo, cerrar tus ojos y visualizar la Luz divina golpeándote en la frente y en el corazón, bañando tu cuerpo. Visualízala durante unos 5 a 10 segundos, entonces para. Y repítelo. Encontrarás que, con este simple ejercicio, empiezas a atraer más y más Fuerza Infinita dentro de ti.

La espiritualidad es invisible. No lo olvides nunca. Si puedes verlo, si lleva ropa divertida, si está allí arriba para que le miren, si está haciendo una gran actuación de sí mismo, no es espiritualidad. Es ego.

Espiritualidad es tener el Tao en tu corazón, abrazar las pequeñas cosas, la suavidad y el silencio, el Yin. No es actuar, ser una persona que se exhibe; es el proceso de convertirse en una persona invisible.

El basurero que aparece a las 5 en punto de la madrugada puede tener una enorme espiritualidad que no puedes ver. Es el que es; está contenido en sí mismo. Hace su trabajo con diligencia, sirviendo a la comunidad recogiendo la basura. El hombre de la basura es una increíble figura divina.

Desafortunadamente, tendemos a pensar que la espiritualidad ha de mostrarse de un modo determinado. Podrías estar rodando borracho en un bar y aún así ser espiritual. Porque en ese momento, cuando estás totalmente vertido fuera de tu cerebro, la personalidad y su ego están totalmente locos y por lo tanto estás en contacto con tu yo espiritual, completamente alineado con la Fuerza de Dios porque tu mente se ha ido temporalmente.

Así que ten cuidado de no atorarte con percepciones dogmáticas de la espiritualidad. Conviértete en el árbol retorcido. Mantente detrás. Sé silencioso. No hables a menos que la gente te pregunte. Si tienes percepción, puedes ver a una persona en la calle y ver la historia de su vida allí misma; no digas nada. Si sabes la respuesta, mantente callado; no lo muestres a la gente. Si preguntan, diles un poco, justo lo suficiente para llevarles al siguiente paso. Pero no viertas toneladas de sabiduría sobre ellos porque no es necesario. Un poco aquí, y un poco allá, es todo lo que has de hacer.

Básicamente, la disciplina espiritual es quedarse en las emanaciones de la Fuerza de Dios, creyendo cuando no puedes ver, sabiendo cuando no sabes confirmarlo con la lógica, siendo seguro cuando todo alrededor parece inseguro, siendo silencioso en un mundo ruidoso, siendo abundante cuando la gente dice que se está acabando todo. Permanece dentro de esa espiritualidad, y si la pierdes, regresa. Da un paso atrás. Organiza. Sé silencioso. Medita. Reza. Toma un baño de vapor o haz alguna clase de trabajo corporal nutricio. Ayuna. Constantemente purifícate a ti mismo.

Sé humilde. La gente alcanza un poco de espiritualidad y entonces hace un montón de aspavientos sobre ello. No hay nada más decepcionante que una persona que realmente no sabe nada, yendo por ahí como si él o ella fueran el sabio de la montaña. Si enseñas, enseña desde la distancia. Enseña y luego vete. Pero no te quedes por allí buscando aplauso. Sé misterioso. Mantente en movimiento. No le digas a la gente quien eres o qué sabes. Sólo dales lo suficiente para mantenerlos en movimiento. Eso es disciplina espiritual, permanecer con la Fuerza de Dios y no utilizar tu elevado poder para ganancias no razonables o para mantener el ego feliz.

No hay nada peor que ir a una de esas conferencias New Age y observar a toda esa gente andando por allí. Penoso, absolutamente penoso. La gente tiene ideas extrañas acerca de la espiritualidad. Creen que es santurronería, tocar campanillas y usar túnicas. Espiritualidad es el hombre de la basura que cree en sí mismo, la señora de la bolsa, que sabe quien es. Ella vive una vida despejada, sin trastos inútiles, sin desorden, está durmiendo bajo el puente en Central Park. Eso es espiritualidad, donde te haces uno con la simplicidad del cuervo que vuela sobre tu cabeza, la simplicidad de los pequeños animales del bosque, en paz consigo mismos y con todas las cosas, siendo uno y en paz contigo mismo.

Que Dios te bendiga y guíe tu viaje.