miércoles, 29 de agosto de 2007

Piense y hagase Rico, Las oportunidades llegan 2 veces

Frases del día
La manera mas fácil de tener lo que quieres es ayudar a otros a tener lo que quieren.
Deepak Chopra
Dale al mundo lo mejor que tengas y lo mejor del mundovolverá a ti.
Madeline Bridges

Tomado del Manual del Guerrero de la Luz de Paulo Coelho:
Comenta un sabio chino sobre las estrategias del guerrero de la luz:
"Haz que tu enemigo crea que no conseguirá grandes recompensas si se decide a atacarte; así, disminuirás
su entusiasmo.
"No te avergüence retirarte provisionalmente del combate si percibes que tu enemigo es más fuerte; lo
importante no es la batalla aislada, sino el final de la guerra.
"Si eres lo suficientemente fuerte, tampoco te avergüences de fingirte débil; esto hará que tu enemigo pierda
la prudencia y ataque antes de hora.
"En la guerra, la capacidad de sorprender al adversario es la clave de la victoria".
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"Es curioso - comenta para sí el guerrero de la luz -.
Cuánta gente he conocido que en la primera oportunidad intenta mostrar lo peor de sí mismo. Esconden la
fuerza interior detrás de la agresividad; disfrazan el miedo a la soledad con aires de independencia. No creen
en su propia capacidad, pero viven pregonando a los cuatro vientos sus virtudes."
El guerrero lee estos mensajes en muchos hombres y mujeres que conoce. Nunca se deja engañar por las
apariencias y permanece en silencio cuando intentan impresionarlo. Pero usa la ocasión para corregir sus
propios fallos, ya que las personas son siempre un buen espejo.Un guerrero aprovecha toda y cualquier oportunidad para enseñarse a sí mismo.

LA OPORTUNIDAD CON FRECUENCIA LLAMA DOS VECES
Por: John Maxwell

Un planteamiento diferente sobre el tema de las oportunidades que hemos dejado pasar. "Tal como la marea viene y va, así lo hacen las oportunidades." En las épocas anteriores a los grandes puertos, un barco algunas veces tenía que esperar la marea para poder llegar al muelle. El término en latín era ob porter, que significa un barco que espera cerca de un puerto el momento cuando a su turno la marea lo lleve a destino.La palabra inglesa "oportunidad" deriva de este significado original. El capitán y toda la tripulación estaban listos y esperaban por ese momento, porque sabían que si lo perdían tendrían que esperar otra marea para entrar a puerto.Shakespeare usó el trasfondo del significado exacto de la palabra "oportunidad" y lo transformó en uno de sus más famosos pasajes: “Hay una marea en los asuntos de los hombres, la cual, tomada en su fluir, lleva a la fortuna; omitida, todo el viaje de su vida está atado a dificultades y miserias. En tan abundante mar estamos ahora a flote; y debemos tomar la corriente cuando sirve, o perder nuestras venturas.”

Sin duda, debemos movernos rápidamente cuando la marea está alta para entrar al puerto. La demora nos impedirá lograr nuestro objetivo. Sin embargo, no estoy totalmente convencido de que todo está perdido si permitimos que una oportunidad pase de largo sin atraparla. Las oportunidades, como las mareas, con frecuencia vendrán nuevamente para darnos una segunda oportunidad para alcanzar nuestra meta. La oportunidad puede ser nuestra la segunda vez.
La oportunidad viene más de una vez, si somos pacientes.Tal como la marea viene y va, así lo hacen las oportunidades. Con frecuencia después de perder una oportunidad, he intentado el principio de la paciencia. Trata de crear la misma atmósfera que estaba presente cuando la oportunidad llamó la primera vez. Prepárate mentalmente durante este tiempo de espera, así la oportunidad no te pasará nuevamente.

Las oportunidades vienen más de una vez, si las esperamos.Estoy convencido de que las oportunidades siempre rodean a las personas. El problema no es la falta de oportunidades, sino la falta de habilidad de ver estas preciosas oportunidades y así perderlas. Las oportunidades para el éxito en este mundo son tan grandes como es nuestra imaginación para soñarlas, pero no podemos verlas cuando estamos deprimidos con nosotros mismos y con el mundo. Cuando yo era un jovencito, me deleitaba ir al parque de la ciudad antes de Pascuas para unirme a otros chicos en la cacería anual de huevos. El primer año que fui aprendí una lección valiosa. Antes de que comenzara la cacería había ubicado un huevo debajo de un arbusto. Puse mi vista en ese huevo y rápidamente corrí hacia él cuando se inició la carrera. Otro muchacho lo vio también y me ganó. Me quedé desalentado pues pensaba que había pasado mi oportunidad.Mientras estaba allí quieto mirando el suelo, otros chicos se escurrían por todos lados y encontraban otros huevos. Yo había permitido que una oportunidad perdida me impidiera buscar otros huevos. En lugar de tener una canasta llena de huevos, volví a casa con las manos vacías. ¿Por qué? Fracasé en darme cuenta de que había muchos más huevos en el parque que esperaban ser encontrados por quien pudiera verlos.¿Qué son los inventores? Gente que ve la oportunidad en las cosas que otros no ven, personas cuyos sentidos están vivos a las posibilidades creativas. Los inventores fracasan muchas veces; sin embargo, se dan cuenta que cuanto más trabajan, cuanto más estudian y cuanto más de cerca miran, mayores son las posibilidades de tener éxito.

La oportunidad viene más de una vez, si constantemente golpeamos a su puerta.La oportunidad no es una mera posibilidad o un acontecimiento fortuito. Con frecuencia tú deberías producir tus oportunidades. En un estudio que se hizo sobre cuatrocientos eminentes hombres y mujeres del siglo pasado, los investigadores concluyeron que tres cuartas partes de estas celebridades habían tenido una discapacidad en su juventud por tragedias, incapacidad o grandes frustraciones, y habían superado estos problemas para alcanzar las posiciones de renombre y hacer sus contribuciones para otros. No tengas autocompasión si estás limitado en tus habilidades y talentos. El mundo está lleno de oportunidades detrás de las puertas cerradas, así que, comienza a golpearlas.

Las oportunidades vienen más de una vez, si estamos deseosos de intentar otras avenidas para alcanzar nuestra meta.Tal vez, perdiste la primera marea. ¿Hay otra? Quizás deberías intentar un puerto distinto. ¿No hay más que una forma de subir a la montaña del éxito? No te desanimes, ni sientas que tus oportunidades de ser feliz se han ido para siempre. Siéntate, analiza, planifica y luego muévete hacia tu meta, ve por otro camino.El básquetbol fue muy importante para mí mientras crecía. Durante el verano los jugadores fueron a un campamento por un par de semanas para desarrollar sus habilidades y aprender otras nuevas. No pude ir al campamento por causa de otros compromisos. Sentí que había perdido la oportunidad y que eso iba a influir sobre mis posibilidades de ser primero. En lugar de llorar sobre la oportunidad perdida, desarrollé otro plan. Entrené dos veces al día durante el verano para cubrir mi ausencia en el campamento. ¡Mi estrategia resultó!¿Cuál es tu estrategia cuando la oportunidad se ha ido? Recuerda: habrá otra oportunidad si eres paciente. Busca otro camino a fin de alcanzar la misma meta. Las oportunidades de éxito en este mundo son tan grandes como es nuestra imaginación para soñarlas, pero no podemos verlas cuando estamos deprimidos con nosotros mismos y con el mundo.Los inventores fracasan muchas veces; sin embargo, se dan cuenta que cuanto más trabajan, cuanto más estudian y cuanto más de cerca miran, mayores son las posibilidades de tener éxito.

Extraído del libro: Prepara tu mañana de éxito
Editorial Peniel

Estraido del libro Piense y Hagase Rico de Napoleon Hill.
Los pensamientos son cosas

EL HOMBRE QUE «PENSÓ» EN LA MANERA DE ASOCIARSE CON THOMAS A. EDISON

Desde luego, «los pensamientos son cosas», co­sas muy poderosas cuando se combinan con la exac­titud del propósito, la perseverancia y un imperioso deseo de convertirlas en riqueza, o en otros objetos materiales.
Hace algunos años, Edwin C. Barnes descubrió lo cierto que es que los hombres realmente piensan y se hacen ricos. Su descubrimiento no surgió de pronto, sino que fue apareciendo poco a poco, em­pezando por un ferviente deseo de llegar a ser socio del gran Edison.
Una de las características principales del deseo de Barnes es que era preciso. Quería trabajar con Edison, no para él. Observe con detenimiento la descripción de cómo fue convirtiendo su deseo en reali­dad, y tendrá una mejor comprensión de los princi­pios que conducen a la riqueza.
Cuando apareció por primera vez en su mente, Barnes no estaba en posición de actuar según ese deseo, o impulso del pensamiento. Dos obstáculos se interponían en su camino. No conocía a Edison, y no tenía bastante dinero para pagarse el pasaje en tren hasta Orange, New jersey.
Estas dificultades hubieran bastado para desani­mar a la mayoría de los hombres en el intento de lle­var a cabo el deseo. ¡Pero el suyo no era un deseo ordinario!

EL INVENTOR Y EL VAGABUNDO
Barnes se presentó en el laboratorio de Edison, y anunció que había ido a hacer negocios con el inven­tor. Hablando de su primer encuentro con Barnes, Edison comentaba años más tarde: «Estaba de pie ante mí, con la apariencia de un vagabundo, pero ha­bía algo en su expresión que transmitía el efecto de que estaba decidido a conseguir lo que se había propuesto. Yo había aprendido, tras años de experiencia, que cuando un hombre desea algo tan imperiosamente que está dispuesto a apostar todo su futuro a una sola carta para conseguirlo, tiene asegurado el triunfo. Le di la oportunidad que me pedía, porque vi que él es­taba decidido a no ceder hasta obtener el éxito. Los hechos posteriores demostraron que no hubo error».
No podía haber sido el aspecto del joven lo que le proporcionara su comienzo en el despacho de Edi­son, ya que ello estaba definitivamente en su contra. Lo importante era lo que él pensaba.
Barnes no consiguió su asociación con Edison en su primera entrevista. Obtuvo la oportunidad de tra­bajar en el despacho de Edison, por un salario insig­nificante.
Transcurrieron los meses. En apariencia, nada ha­bía sucedido que se aproximase al codiciado objetivo que Barnes tenía en mente como su propósito inicial y preciso. Pero algo importante estaba sucediendo en los pensamientos de Barnes. Intensificaba constante­mente su deseo de convertirse en socio de Edison.
Los psicólogos han afirmado, con todo acierto, que «cuando uno está realmente preparado para algo, aparece». Barnes se hallaba listo para asociarse con Edison; además, estaba decidido a seguir así has­ta conseguir lo que buscaba.
No se decía a sí mismo: «Vaya, no hay manera. Supongo que acabaré por cambiar de idea y probaré un trabajo de vendedor». En vez de eso, se decía: «He venido aquí a asociarme con Edison, y eso es lo que haré aunque me lleve el resto de la vida». ¡Esta­ba convencido de ello! ¡Qué historia tan diferente contarían los hombres si adoptaran un propósito de­finido, y mantuvieran ese propósito hasta que el tiem­po lo convirtiese en una obsesión obstinada!
Quizás el joven Barnes no lo supiera en aquel entonces, pero su determinación inconmovible, su perseverancia en mantenerse firme en su único deseo, estaba destinada a acabar con todos los obstácu­los, y a darle la oportunidad que buscaba.

LOS INESPERADOS DISFRACES DE LA OPORTUNIDAD
Cuando la oportunidad surgió, apareció con una forma diferente y desde una dirección distinta de las que Barnes había esperado. Ése es uno de los capri­chos de la oportunidad. Tiene el curioso hábito de aparecer por la puerta de atrás, y a menudo viene disimulada con la forma del infortunio, o de la frus­tración temporal. Tal vez por eso hay tanta gente que no consigue reconocerla.
Edison acababa de perfeccionar un nuevo inven­to, conocido en aquella época como la Máquina de Dictar de Edison. Sus vendedores no mostraron en­tusiasmo por aquel aparato. No confiaban en que se pudiera vender sin grandes esfuerzos. Barnes vio su oportunidad, que había surgido discretamente, ocul­ta en un máquina estrambótica que no interesaba más que a Barnes y al inventor.
Barnes supo que podría vender la máquina de dictar de Edison. Se lo sugirió a éste, y, de inmedia­to, obtuvo su oportunidad. Vendió la máquina. En realidad, lo hizo con tanto éxito que Edison le dio un contrato para distribuirla y venderla por toda la nación. A partir de aquella asociación, Barnes se hizo rico, pero también consiguió algo mucho más importante: demostró que uno, realmente, puede «pensar y hacerse rico».
No tengo forma de saber cuánto dinero en efectivo reportó a Barnes su deseo. Tal vez fueran dos o tres millones de dólares, pero la cantidad, cualquiera que sea, se torna insignificante cuan­do se la compara con la posesión que adquirió en forma de conocimiento definido de que un impul­so intangible se puede transmutar en ganancias ma­teriales mediante la aplicación de principios cono­cidos.
¡Barnes literalmente se pensó en asociación con el gran Edison! Se pensó dueño de una fortuna. No tenía nada con qué empezar, excepto la capacidad de saber lo que deseaba, y la determinación de man­tenerse fiel a ese deseo hasta haberlo realizado.

A UN METRO DEL ORO
Una de las causas más comunes del fracaso es el hábito de abandonar cuando uno se ve presa de una frustración temporal. Todos son culpables de este error en un momento u otro.
Un tío de R. V. Darby fue presa de «la fiebre del oro» en los días en que era una fiebre endémica, y se fue al Oeste a cavar para hacerse rico. No sabía que se ha sacado más oro de los pensamientos de los hom­bres que de la tierra. Obtuvo una licencia y se fue a trabajar con el pico y la pala.
Después de varios meses de trabajo obtuvo la re­compensa de descubrir una veta de mineral brillante. Necesitaba maquinaria para extraer el mineral. Con discreción, cubrió la mina, volvió sobre sus pasos a su hogar en Williamsburg, Maryland, y les habló a sus parientes y a algunos vecinos del «hallazgo». To­dos reunieron el dinero necesario para la maquina­ria, y la enviaron a la mina. Darby y su tío volvieron a trabajar en ella.
Extrajeron el primer carro de mineral y lo envia­ron a un fundidor. ¡Las utilidades demostraron que poseían una de las minas más ricas de Colorado!
Con unos pocos carros más de mineral saldarían to­das las deudas. Entonces empezarían a ganar dinero en grande.
¡Hacia abajo fueron los taladros! ¡Muy alto lle­garon las esperanzas de Darby y de su tío! Entonces sucedió algo. ¡El filón de mineral brillante desapare­ció! Habían llegado al final del arco iris, y la olla de oro no estaba allí. Perforaron en un desesperado in­tento para volver a encontrar la veta, pero fue en vano.
Finalmente, decidieron abandonar.
Vendieron la maquinaria a un chatarrero por unos pocos centenares de dólares, y tomaron el tren de vuelta a casa. El chatarrero llamó a un ingeniero de minas para que mirara la mina e hiciera una pros­pección. El ingeniero le informó de que el proyecto había fracasado porque los dueños no estaban fami­liarizados con las «vetas falsas». Sus cálculos indica­ban que la veta reaparecería ¡a un metro de donde los Darby habían dejado de perforar! ¡Allí fue preci­samente donde fue encontrada!
El chatarrero extrajo millones de dólares en mi­neral de aquella mina porque supo buscar el aseso­ramiento de un experto antes de darse por vencido.

«NUNCA ME DETENDRÉ PORQUE ME DIGAN "NO"»
Mucho tiempo después, Darby se resarció sobra­damente de su pérdida, cuando descubrió que el de­seo se puede transmutar en oro. Eso le ocurrió des­pués de que ingresara en el negocio de la venta de seguros de vida.
Recordando que había perdido una inmensa for­tuna por haber dejado de perforar a un metro del oro, Darby aprovechó esa experiencia en el trabajo que había elegido, con el sencillo método de decirse a sí mismo: «Me detuve a un metro del oro, pero nunca me detendré porque me digan "no" cuando yo trate de venderles un seguro».
Darby se convirtió en uno de los pocos hombres que venden un millón de dólares anuales en segu­ros. Su tenacidad se la debía a la lección que había aprendido de su deserción en el negocio de la mina de oro.
Antes de que el éxito aparezca en la vida de cual­quier hombre, es seguro que éste se encontrará con muchas frustraciones temporales, y tal vez con algún fracaso. Cuando la frustración se adueña del hombre, lo más fácil y más lógico que puede hacer es abando­nar. Eso es lo que la mayoría de los hombres hace.
Más de quinientos de los hombres más próspe­ros que han conocido los Estados Unidos le han di­cho al autor que sus mayores éxitos surgieron un paso más allá del punto en que la frustración se ha­bía apoderado de ellos. El fracaso es un embustero con un mordaz sentido de la ironía y la malicia. Se deleita en hacernos tropezar cuando el éxito está casi a nuestro alcance.

UNA LECCIÓN DE PERSEVERANCIA DE CINCUENTA CENTAVOS
Poco después de que Darby se doctorase en la «Universidad de los Porrazos», y decidiera aprove­char su experiencia en el asunto de la mina de oro, tuvo la buena fortuna de estar presente en una oca­sión que le demostró que «No» está muy lejos de no. Una tarde ayudaba a su tío a moler trigo en un viejo molino. Éste dirigía una granja grande, donde vivían cierto número de granjeros arrendatarios de color. La puerta se abrió silenciosamente, y una niña, hija de uno de los arrendatarios, entró y se si­tuó junto a la puerta.
El tío levantó la vista, miró a la niña y gritó con aspereza:
-¿Qué quieres?
-Mi mamá dice que le mande cincuenta centa­vos -respondió, humilde, la niña.
-Ni hablar -replicó el tío-, y ahora vete a tu casa.
-Sí, señor -dijo la niña, pero no se movió.
El tío siguió con su trabajo, tan ocupado que no prestó atención a la niña y no se dio cuenta de que no se había marchado. Cuando volvió a levantar la mirada y la vio allí parada, gritó:
- ¡He dicho que te vayas a tu casa! Ahora, már­chate o te daré una paliza.
-Sí, señor -dijo la niña, pero siguió inmóvil.
El tío dejó un saco de grano que estaba por echar en la tolva del molino, cogió una duela de barril y empezó a acercarse a la niña con una expresión poco tranquilizadora.
Darby contuvo el aliento. Estaba seguro de ha­llarse a punto de presenciar una paliza. Sabía que su tío tenía un temperamento terrible.
Cuando su tío llegó donde estaba la niña, ella dio un rápido paso al frente, le miró a los ojos, y gri­tó con todas sus fuerzas:
- ¡Mi mamá necesita esos cincuenta centavos! El tío se detuvo, la miró unos instantes, y luego dejó lentamente la duela de barril a un lado, se me­tió la mano en el bolsillo, sacó medio dólar y se lo dio a la niña.
Ella cogió el dinero y se encaminó despacio ha­cia la puerta, sin quitar los ojos del hombre al que acababa de vencer. Después de que la niña se hubo marchado, el tío se sentó en una caja y permaneció mirando por la ventana durante más de diez minu­tos. Estaba reflexionando, sorprendido, sobre la de­rrota que acababa de sufrir.
Darby también se hallaba pensativo. Ésa era la primera vez en su vida que había visto a una criatura de color dominar a un blanco adulto. ¿Cómo lo había hecho? ¿Qué le había ocurrido a su tío para que perdiera su ferocidad y se volviera tan dócil como un cordero? ¿Qué extraño poder había empleado esa niña para hacerse dueña de la situación? Estas y otras preguntas similares destellaban en la mente de Darby, pero no halló las respuestas hasta muchos años después, cuando me relató la historia.
Curiosamente, el relato de esa inusual experien­cia la escuché en el viejo molino; el mismo sitio don­de su tío recibió esa lección.

EL EXTRAÑO PODER DE UNA NIÑA
En aquel viejo molino polvoriento, el señor Dar­by me relató la historia del extraño triunfo, y termi­nó preguntándome:
-¿Cómo entiende esto? ¿Qué extraño poder te­nía esa niña, para dominar por completo a mi tío? La respuesta a esa pregunta la encontrará en los principios que se describen en este libro. La res­puesta es categórica y completa. Contiene detalles e instrucciones suficientes para que cualquiera com­prenda y aplique la misma fuerza con la que ella se encontró de forma accidental.
Manténgase alerta, y observará el extraño poder que acudió en ayuda de la niña. Tendrá un atisbo de ese poder en el próximo capítulo. En alguna parte del libro encontrará una idea que aguzará sus pode­res receptivos, y pondrá a su alcance, para su propio beneficio, ese mismo poder irresistible. La comprensión de él puede aparecer ante usted en el primer capítulo, o tal vez surja en su conciencia más adelan­te. Puede presentarse en forma de una sola idea. O quizá la encuentre en la naturaleza de un plan, o en un propósito. Una vez más, puede hacerle volver so­bre sus pasadas experiencias de frustración o de fra­caso, para aportar alguna lección mediante la cual usted recupere todo lo que había perdido en su fra­caso.
Después de haberle explicado al señor Darby el poder que la niña de color había empleado quizá sin saberlo, él repasó en seguida sus treinta años de ex­periencia en la venta de seguros de vida, y estuvo francamente de acuerdo en que su éxito en ese cam­po se debía, en gran parte, a la lección que había aprendido de la pequeña.
El señor Darby señaló:
-Cada vez que un posible comprador trataba de deshacerse de mí, sin hacerse el seguro, yo visua­lizaba a la niña, parada en el viejo molino, con sus ojazos desafiantes, y me decía a mí mismo: «Tengo que conseguir esta venta». La mejor parte de las ventas que he hecho han sido a gente que me había dicho «No».
El señor Darby también recordó su error al ha­berse detenido a un metro escaso del oro.
-Pero esa experiencia fue una bendición encu­bierta. Me enseñó a seguir insistiendo sin que im­portasen las dificultades, y fue una lección que nece­sité aprender antes de poder tener éxito en cual­quier campo.
Esta historia del señor Darby y de su tío, de la niña y de la mina de oro, sin duda la leerán centena­res de hombres que se ganan la vida vendiendo se­guros de vida, y el autor desea ofrecer a todos ellos la sugerencia de que Darby le debe a esas dos expe­riencias su capacidad para vender más de un millón de dólares anuales en seguros de vida.
Las experiencias del señor Darby fueron bastan­te comunes y triviales, y, sin embargo, contienen la respuesta de su destino en la vida; por lo tanto fue ron tan importantes (para él) como su propia vida. Sacó provecho de ellas porque las analizó, y supo ver lo que le enseñaban. Pero ¿qué hay del hombre que no tiene el tiempo ni la inclinación para estudiar el fracaso en busca del conocimiento que pueda conducirlo al éxito? ¿Dónde y cómo va a aprender el arte de convertir los fallos en escalones hacia la oportunidad?
Para responder a esas preguntas se ha escrito este libro.

Encontrar excusas es un hábito profundamente arraigado. Los hábitos son difíciles de romper, sobre todo cuando ofrecen una justificación para algo que hemos hecho. Platón pensaba en esta verdad cuando afirmó: «La primera y mejor victoria es conquistar el yo. Ser conquistado por el yo es, de todas las cosas, la más vergonzosa y vil».
Otro filósofo pensaba en lo mismo cuando dijo: «Me llevé una gran sorpresa al descubrir que la ma­yor parte de la fealdad que veía en los demás no era más que un reflejo de mi propia naturaleza».
Elbert Hubbard dijo: «Siempre ha sido un mis­terio para mí saber por qué la gente se pasa tanto tiempo engañándose a sí misma, creando excusas para justificar sus debilidades. Si ese tiempo se utilizara de un modo diferente, bastaría para curar la debilidad, y entonces no necesitaríamos de ninguna excusa».
Antes de terminar, quisiera recordarle que «la vida es un tablero de ajedrez y el contrincante es el tiempo. Si vaciláis antes de mover, o descuidáis hacer el movimiento con prontitud, el tiempo os ven­cerá, hombres. Jugáis contra un contrincante que no tolera la indecisión».

Comentarios personales.
Espero que les gusten estos extractos de libros que les seleccione, que he tenido oportunidad de leer. Amigos hoy me llamaron para una entrevista de trabajo, será hasta el lunes, estaré de nervios, deseenme suerte. Les gusta ver programas de T.V.?, hay unos muy buenos en National Geographics, uno de ellos pasa los mièrcoles a las 9.00 pm, hora de México, se llama Secretos de la Historia, hay otros pero no recuerdo que día pasan exactamente en este momento, también les recomiendo las series que pasan en Universal, La ley y el Orden, y la Ley y el Orden Victimas Especiales, son muy buenas y muy bien hechas, son de mis favoritas