jueves, 28 de febrero de 2008

A orillas del rio Piedra me sente y lloré, a cada rato

EL OTRO

Tomado del libro: "A la orilla del río piedra me senté y lloré"
Del escritor brasilero: Paulo Coehlo

Un sujeto encuentra a un viejo amigo, que vive tratando de acertar en la vida, sin resultado: "Voy a tener que darle un poco de dinero", piensa.

Sucede que esa noche, descubre que su amigo es rico, y que ha venido a pagar todas las deudas que ha contraído en el correr de los años. Van hasta un bar que solían frecuentar juntos, y él paga la bebida de todos. Cuando le preguntan la razón de tanto éxito, el responde que hasta hace unos días había estado viviendo el otro.
- ¿Quién es el otro? -preguntan-.
- El otro es aquel que me enseñaron a ser, pero que no soy yo. El otro cree que la obligación del hombre es pasar la vida entera pensando en cómo reunir dinero para no morir de hambre al llegar a viejo. Tanto piensa, y tanto planifica, que sólo descubre que está vivo cuando sus días en la tierra están a punto de terminar, pero entonces ya es demasiado tarde.
- ¿Y tú quién eres?
- Yo soy lo que es cualquiera de nosotros, si escucha su corazón. Una persona que se deslumbra ante el misterio de la vida, que está abierta a los milagros, que siente alegría y entusiasmo por lo que hace. Sólo que el otro, temiendo desilusionarse, no me dejaba actuar.
- Pero existe el sufrimiento -dicen las personas del bar-.
- Existen derrotas, pero nadie está a salvo de ellas. Por eso, es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños, que ser derrotado sin siquiera saber por qué se está luchando.
- ¿Sólo eso? -preguntaron las personas del bar-.
- Sí. Cuando descubrí eso, decidí ser lo que realmente deseé. El otro se quedó allí en mi habitación mirándome, pero yo no lo dejé entrar más, aunque algunas veces intenta asustarme, alertándome de los riesgos de no pensar en el futuro. "Desde el momento en que expulsé al otro de mi vida, la energía Divina obró sus milagros".

Paulo Coehlo

NO CULPES A NADIE

Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tu vida. Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba de que tú siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro será tu presente. Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo. Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos, morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de tu vida. Decídete y triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es "el pretexto de los fracasados".
Pablo Neruda