lunes, 17 de agosto de 2009

EN BUSCA DE LA PAZ INTERIOR

LA TOMA DE LAS DECISIONES CORRECTAS.

Un principio importante: “Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas”, es decir, la persona debe refugiarse en su interno, llenarse de amor a la humanidad, y, desde esa plataforma, tomar las decisiones más adecuadas para las circunstancias de su vida presente.

Cómo tomar decisiones: Su alcance social y temporal.

Toda decisión que comprometa a terceras personas o que tenga una influencia decisiva en el futuro de la misma persona, debe ser cuidadosamente analizada y valorada a la luz de las implicaciones o consecuencias que puedan tener en el futuro. No únicamente es importante darnos cuenta de cuantas personas estarán involucradas por la decisión que tomemos, sino que, además, tenemos que analizar el efecto en el tiempo que tendrá nuestra decisión, y las consecuencias posibles que obtendremos de parte de otras personas o de las circunstancias de la vida a raíz de haber decidido tal o cual cosa. Hablamos entonces de un alcance social y de una trascendencia temporal; el alcance social de nuestras decisiones será el estudio que hagamos del número de personas involucradas; y la trascendencia temporal, es la amplitud del efecto que tendrá esa decisión en el resto de nuestra vida o de las vidas de las personas afectadas.

Importancia de la paz interior.

Las decisiones que toma cada ser humano deben ser inspiradas en la más alta calidad de amor que pueda manifestar, y dentro de la atmósfera de la paz interior que debe generarse para tener el correcto balance de los análisis que hagamos. Si recuerdan todas aquellas ocasiones en que hemos hablado de los filtros mentales, encontrarán cómo estos filtros no son otra cosa que el resultado de la acumulación de experiencias, que a lo largo de la vida una persona va teniendo, y que estos filtros, tal vez, llenos de prejuicios, de temores, o de creencias, están distorsionando la percepción de la verdadera realidad que se vive en el mundo exterior.
Déjenme decirles ahora, que la paz interior, los prejuicios, los temores, las angustias o remordimientos, empiezan a perder el valor y el sentido de su existencia. Una persona que ha encontrado un cierto grado de paz interior, no necesita ya ni de remordimientos ni de angustias y los temores se van disipando. La explicación de esto reside en que la paz interior se encuentra en otra zona más profunda de la psiquis, en una zona en donde la persona tiene una clara conciencia de su valor como ser humano, mientras que todas aquellas experiencias aprendidas, residen en un círculo más externo de la psiquis del ser.
Quisiera poder explicar estos conceptos de una manera más sencilla; quisiera poder demostrarles con ejemplos, lo que a veces no puede ser explicado sino en términos complejos; hemos llegado a un punto en el estudio, en que es preciso definir términos que nos permitan seguir avanzando en la comprensión del camino de la felicidad.
La paz interior y la limpieza de los filtros mentales.
La paz interior se alcanza cuando la persona puede profundizarse en sí misma, más allá de sus temores, de sus angustias, de sus propias experiencias acumuladas a lo largo de su vida. El contacto con esa paz interior, permite extraer una energía que normalmente permanece inalcanzable a los seres humanos y que auxilia enormemente en la limpieza de esos filtros mentales. En otras palabras, podemos afirmar que la persona tiene una más clara percepción de la verdad y elimina la distorsión provocada por sus filtros, cuando frecuentemente se refugia en esa zona interna donde la paz interior es una realidad.
Si pudiéramos dibujar al ser humano como esferas concéntricas, diríamos que la esfera externa es el área de su personalidad, su campo social, como diríamos, atendiendo a las denominaciones que ya han recibido en otras series de mensajes. Posteriormente en una zona más interna se encuentra el espacio vital, que si pudiéramos dividirlo en varias capas, observaríamos que las más externas, las que tocan el área de la personalidad, son aquellas capas formadas por las emociones del individuo, los anhelos y sus sueños; y más internamente, se van formando aquellas otras en donde el ser se encuentra en perfecta paz, todo esto, dentro de la esfera del espacio vital.

Por ahora bástenos decir que el ser humano requiere aprender a situarse dentro de ese espacio vital, alcanzar su propia tranquilidad y paz interior, e inspirado por la más alta irradiación de amor, tomar las decisiones, atendiendo, como ya dijimos, a su alcance social y a su trascendencia temporal, dos aspectos que deben ser cuidadosamente observados cada vez que tomemos alguna decisión.

LA IMPORTANCIA DE SER FELIZ

CADA SER HUMANO ES ÚNICO.
Formas de percibir la felicidad.

La felicidad es una palabra tan mágica que para algunos se pierde en algún sueño, pertenece a las tierras encantadas, ajenas a este mundo y, por lo mismo, inalcanzable. La felicidad, tal como lo entienden otros, está tan devaluada, que se atreven a afirmar que son felices, aun cuando internamente viven en un mundo lleno de angustias y temores y de inestabilidades emocionales.
Así pues, mientras que para unos la felicidad es como una estrella a la que únicamente se puede observar desde lejos, para otros, la palabra ha perdido su sentido original, y, simplemente, se ha degradado al punto en que ha dejado de significar lo que originalmente representaba para todos los seres; sin embargo, la felicidad representa un bello estado del ser que se encuentra permanentemente al alcance de todos aquellos que se atrevan a vivir en el presente y que puedan aprender a disociar perfectamente esos dos aspectos que la misma naturaleza humana les presenta y que explicamos anteriormente, llamándolos el impulso de la evolución y la necesidad de aceptación.
LA POSIBILIDAD DE SER FELIZ.
Todos los seres humanos aspiran llegar a la felicidad, pero siempre sitúan esta felicidad más allá de lo que tienen en ese momento, la ven como si fuera algo que tuviera que alcanzarse, como si fuera algo por lo que tuvieran que luchar, como si fuera algo que llegara justo en el momento en que ellos consiguen hacer determinadas cosas, pero esta forma de ver a la felicidad, en realidad los aleja de ella. Pensar que la felicidad se encuentra en algún futuro indeterminado, implica que ese futuro nunca se va a hacer presente, pues siempre estará más allá de lo que el propio individuo ha conseguido; sin embargo, la felicidad se encuentra presente en todo momento alrededor de las personas.
¿Dónde está la felicidad?
La felicidad no es un estado futuro, es una posibilidad en el presente, es algo que se tiene, que simplemente no se ha observado, no se ha sabido experimentar, no se ha aprendido a verla. La felicidad es una palabra que las personas no han aprendido todavía en su correcto significado, generalmente se piensa que la felicidad va asociada a una casa, a un automóvil, a la salud, al cariño, al estado del tiempo, al bienestar económico, a muchas cosas, y por sí sola la felicidad no se le comprende, ésta es otra de las grandes mentiras, la felicidad es independiente de cualquier objeto, de cualquier cosa, incluso espiritual; la felicidad es un estado de conciencia, es un momento en la vida del individuo, es una forma distinta de sentirse, de verse a sí mismo, y de ver a todo lo que lo rodea.
La felicidad es un estado de conciencia.
La felicidad no llega necesariamente con las cosas materiales, tampoco llega necesariamente con las cosas espirituales, se es feliz o no se es feliz, y todo únicamente por un estado de conciencia; así pues, no esperemos encontrar la felicidad en algún momento de nuestras vidas futuras, ni tampoco esperemos encontrarla en el momento en que logremos conseguir tal o cual cosa, la felicidad está ya en este momento, ha estado siempre con nosotros y estará siempre dentro de nuestras posibilidades; ¿qué es lo que nos separa de ella?, ¿qué es lo que nos impide ver exactamente que la felicidad la tenemos alrededor nuestro?
Cómo experimentar la felicidad.
Si dejamos correr nuestras mentes y nos sumergimos dentro de nuestros propios pensamientos, observaremos que nuestro ser interior está lleno de anhelos, está lleno de deseos insatisfechos, está deseando siempre cambiar las cosas que tiene a su alrededor, está siempre mirando al futuro o al pasado, y en ese agitado mundo mental interior en el que nos movemos, no existe un espacio en donde el ser se siente tranquilamente, y sin pensar en el futuro ni en el pasado, sin desear cambiar nada de su vida, observe simplemente lo que está pasando a su alrededor, experimente la alegría de estar vivo, unifique su ser con todo lo que lo rodea y entonces, en ese estado, experimente esto que hemos llamado felicidad.
La felicidad está siempre en el presente, siempre en el presente, y la felicidad está siempre en nosotros mismos y nunca en cosas ajenas a nosotros; ser feliz significa aprender a mirar en el presente y evitar cualquier tipo de deseo de cambio, en esos momentos somos felices, en esos momentos disfrutamos de la vida, en ese momento nos sentimos plenos y en total armonía con el universo; sin embargo, la dinámica que rige todas las actividades del cosmos nos impulsa a movernos de un estado a otro, es el motor de nuestras vidas, es ese algo inexplicable que nos impulsa y nos empuja a buscar nuevos horizontes de realización personal.
El impulso de la evolución y el impulso de la felicidad.
Distingamos perfectamente estos dos aspectos de nuestra vida interior; cuando la fuerza que actúa es la de la evolución y estamos moviéndonos de un estado a otro, luchando por ser mejores, luchando por tener más cosas, luchando por tener un mejor control sobre nosotros mismos, en esos momentos, nuestro esfuerzo y voluntad está dedicado a la consecución de esos fines, pero en el momento que esa fuerza cesa, en el momento en que nosotros nos damos un respiro y observamos lo que tenemos, en esos momentos entra en acción la fuerza de la felicidad, el deseo desaparece y la experiencia de estar vivo y en armonía con todo lo que nos rodea impera y colorea de colores brillantes todo el universo.
Entre la felicidad y la evolución debemos equilibrar nuestras vidas, entre esos dos impulsos radica el secreto del vivir armónico, del equilibrio espiritual, de la realización personal.
Mediten intensamente en estos dos aspectos, experiméntenlos en sus vidas, aprendamos a ser felices viviendo en el presente y eliminando hasta el más mínimo deseo de cambio, experimentemos la felicidad, y después, sin apegarnos a ella, busquemos que esa fuerza de evolución nos impulse adecuadamente para que, cumpliendo la voluntad divina, podamos alcanzar niveles más altos de realización personal.
Este es el camino que hoy les dejo marcado, háganlo suyo y vívanlo siempre, porque será la pauta que dirija en total armonía su vida hasta la realización última de su ser espiritual.