Comentarios: Se me hacen muy simpaticos y entretenidos los escritos de Fernanda de la Torre, yo los leía hace mucho tiempo en Milenio, se los paso al costo:
domingo, abril 15, 2007
¡Cuentas claras, amistades largas!
Siempre me han gustado los refranes. Mi padre me los enseñó de niña y ahora no dejo de sorprenderme como unas pocas palabras resumen grandes verdades: por algo se conocen como sabiduría popular. En cualquier relación el tema del dinero resulta a veces espinoso. En las parejas es la mayor causa de pleitos, según los expertos (aún por encima del sexo) y los malos entendidos por dinero han acabado con amistades, relaciones de trabajo, etc. Nada más cierto que el refrán: “Cuentas claras, amistades largas”.Si en cualquier asunto de una relación es importante ser claros, cuando el tema es monetario hay que ser doblemente claros y cuidadosos. Así nadie de nadie se siente ofendido y la amistad perdura. Por amigos que seamos, nadie está peleado con su lana.Nos guste o no, la manera en que nos relacionamos con el dinero nos define y habla de cómo somos. Si no te gusta gastarlo eres codo, si lo compartes eres generoso, si lo cuidas eres previsor, etc. Podemos conocer mucho de una persona cuando vemos su relación con el dinero. Por ejemplo cuando llega la cuenta en una mesa, algunos dividen todo entre partes iguales, otros prefieren que cada quien pague lo que consumió, unos quieren dejar más propina queotros y nunca falta quien se hacen rosca con la cuenta. Lo más probable es quecomo somos con el dinero, seamos con todo lo demás. El generoso será generoso para todo y el que es ventajoso, de la misma manera, lo será en todas las facetas de su vida.Mi amigo Luis me contó una vez que alcanzo en un restaurante en Nueva York a unos amigos. Él había ido antes al teatro, por lo que llegó cuando ellos estaban terminando de cenar, así que pidió una ensalada y sus amigos le ofrecieron una copa del vino que estaban tomando. Los amigos habían pedido platillos exóticos en exceso. Luis describió la escena de la siguiente manera:“Mira Fernanda, te juro que parecían políticos priístas en los años setenta,había de todo y por su orden”. Se imaginarán que tales viandas fueron debidamente acompañadas por vinos carísimos. A la hora del postre se les unió.Otro amigo que también pidió cualquier cosa para cenar. Al llegar la hora de la cuenta, era un dineral, por supuesto. El amigo que había llegado primero alrestaurante dividió entre cuatro sin preguntar. El amigo que había llegado a la hora del postre saco puntualmente su tarjeta sin decir nada. Luis no supo que hacer. Le parecía que dividir entre cuatro era injusto pero tampoco quería quedar como un codo, así que sacó también su tarjeta sin decir ni pío, pero sintió que sus cuates estaban abusando. ¿Qué hacer en éstos casos? Loplaticamos y llegamos a la conclusión que lo más correcto es que en estos casoses preguntar, para no ser abusivos, si a todos les parece bien dividir la cuentaen partes iguales o si prefieren pagar cada quien lo que consumió. Así ladecisión es de cada uno y cada cual sabrá que decir.Por muy amigos que seamos uno no se puede parar de una mesa sin anteshacer un arreglo económico. O bien pagas tu cuenta con anterioridad, le dices aun amigo que se haga cargo de tu parte, o dejas dinero. Si tus amigos deciden invitarte, ¡qué maravilla! Pero eso es su decisión. Tú no puedes asumir que ellos correrán con tu parte de la cuenta, e irte como si nada. No se vale. Es una falta de educación y consideración y la verdad nadie quiere tener amigos maleducados o desconsiderados.Si por alguna razón no tienes dinero para la cuenta y aplicas el “préstame y luego te pago” hay que entender, significa justo eso: dentro de un periodo razonable de tiempo es necesario cubrir tu deuda. Quienes así lo hacen siempre conservarán sus amistades (y recibirán nuevos préstamos). Lo peor del caso es que hay algunos que además de que “olvidan” pagar a tiempo, se molestan porque se los recuerdes y algunos llegan hasta ofenderse. ¡Faltaba más! No hay ninguna vergüenza en que nos cobren lo que debemos, la vergüenza es no pagar a tiempo. Más que ofendernos, hay que ver como vamos a devolver el dinerocuanto antes.Lo mismo aplica para los encargos. Si le pides a un amigo que te traiga algo deun viaje no es un regalo. Las palabras correctas en estos casos cuando teentregan el encargo no son “Muchas gracias” sino “¿Cuánto te debo?” (Y claroque también se agradece el tiempo que se tomó para buscar el encargo). Paraevitarse problemas mi amiga Gabriela a la hora de los encargos siempre dice:“Con gusto te lo traigo pero para que no se me olvide, ¿por qué no me loapuntas lo que quieres en el billete con el que lo voy a pagar?Por más que pensemos que el dinero no afecta las relaciones con nuestras amistades, lo hace y mucho. Por eso la sabiduría popular no se equivoca alhablar de la importancia de ser bien claros con las cuentas para conservaramistades. Ya lo dijo Eleanor Roosevelt: Aquel que pierde dinero, pierde mucho; aquel que pierde un amigo pierde mucho más.Si tienes algo que netear por favor escribe afernanda@milenio.comPara ver mis columnas anteriores puedes ir ahttp://neteando.blogspot.com/Derechos Reservados © Grupo Editorial Milenio 2006
Comentarios: A proposito del mes de la independencia, les incluyo este artículo de Fernanda de la Torre, espero les guste.
El grito de la independencia
El Grito de Independencia
Ser independientes implica valernos por nosotros mismos. Y vale igual para personas y para países. A México independizarse le tomó poco más de 11 años de lucha; como personas, lograr independizarnos de nuestros padres para formar nuestra propia vida, toma un poquito más.
Así como nosotros un día nos damos cuenta de que ya estamos mayorcitos para decidir nuestra vida, un grupo de habitantes de la Nueva España resolvieron que ya era tiempo de que nuestro país dejara de depender de las decisiones de España y planearon cuidadosamente un movimiento que le diera a México su independencia.Originalmente pensaron iniciar su movimiento el 2 de octubre en San Juan de los Lagos, pero como alguien le avisó a las autoridades, hubo que adelantarlo. Así, hace 196 años, la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810, don Miguel Hidalgo llamó a misa al pueblo con gritos como ¡Mexicanos, que viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Viva Fernando VII! y ¡Muera el mal gobierno!
Así empezó México, entre exclamaciones, su lucha para conseguir su libertad y nacer como una nación soberana. Como personas también iniciamos nuestro camino a la vida con un grito al nacer para iniciar el camino (que tomara muchos años) para valernos por nosotros mismos.
En el transcurso de nuestra vida nosotros también vamos conquistando escalones de nuestra libertad e independencia. Igual que México, que un día decidió que ya no podía estar ni un minuto más bajo el dominio de España, nosotros también hemos estado en situaciones que requieren de medidas drásticas, planeación y hasta lucha para ser libres. Sí. Todos en algún momento hemos echado nuestros muy particulares gritos de independencia.
Para Clara, la independencia de su vida llegó con el grito que le dio un día a su marido: “¡Tú ya escogiste!” (cuando lo encontró con una movida). Con ese “grito de independencia” inició su proceso de divorcio y empezó una vida de autogobierno que, como muchas mexicanas, no había conocido, ya que pasó de ser la “hija de” a ser la “señora de”. De todos los gritos que ha pegado en su vida, fue ese el que cambió su vida para bien y puso fin a una situación de abusos.Salvador dio su “grito de independencia” por escrito. Él trabajó varios años en una empresa transnacional; para su jefe, un alemán que no hablaba ni jota de español, su buen juicio fue indispensable. Cuando el jefe se retiró y llego otro, todo cambió. Era imposible darle gusto al nuevo mandamás. Un día Salvador oyó que “el buen gallo en cualquier gallinero canta”, y le cayó el veinte. Afinó su currículum, empezó a buscar chamba, y le entregó al jefe su carta de renuncia. En ese momento sintió que dejaba de ser el Pípila y de cargar una piedra en sus hombros.
Los “gritos de independencia” no tienen que ser alaridos como los de Clara; pueden ser sutiles como susurros o movimientos bien planeados. Rita, cansada de ser ignorada, por su galán Cristóbal, empacó cuidadosamente todas las cosas de él que tenía en su casa. Entre lágrimas y pucheros, lleno una caja y se la mandó con una carta. En ese momento se dijo: “ya estoy libre para algo mejor”. Cansada de definir la vida alrededor de sus galanes, decidió estudiar e invertir su tiempo en ella y se fue a Londres a tomar un curso. ¡Viva la independencia!
“Salir del clóset” o declarar abiertamente la homosexualidad, reconocer una adicción o una falta grave, son fuertes y valerosos gritos de independencia, de autoaceptación y congruencia, ya que los recién independizados prefieren que los rechacen por ser como son, a que los acepten a costa de engañar a otros. Bien hecho.
Historias de este tono las hay por miles, y creo que todos hemos gritado por nuestra independencia muchas veces en nuestras vidas. La libertad es un derecho de pueblos y personas y, como todo derecho, tiene una obligación aparejada; como bien dijo el escritor americano Elbert Hubbart, el precio de la libertad es la responsabilidad.
Si no se usa la libertad responsablemente, desaparece para ser un libertinaje. Tanto a las personas como a los países les lleva tiempo aprender a usar su libertad y tomar por sí mismos todas las decisiones. Con el tiempo y tras un rosario de errores, aprendemos que la independencia se sigue conquistando todos los días, porque hay que seguir decidiendo correctamente para seguir siendo independiente.
Al final del día, las personas, igual que los países, tienen que balancear su presupuesto, imponer normas para su casa, cumplirlas, planear a futuro. En fin, todo lo que con lleva el uso responsable de la libertad, lo cual suena muy similar a las obligaciones de los gobiernos de los países libres.
Lo que pensamos acerca de nosotros mismos tiene consecuencias similares. Si tenemos poco de amorosos, si somos destructivos de nuestra persona, estaremos llenos de complejos y no vamos a ser felices. Si los políticos no se ponen de acuerdo para erradicar los principales problemas de México y siguen anteponiendo intereses partidistas a los del país, tampoco seremos felices. Aprovechemos estos días en que celebramos la Independencia de nuestro país para independizarnos de las situaciones o personas que nos hacen daño y nos impiden ser felices.Quienes somos Publicidad Milenio tu página de inicio Agrega a tus favoritos Contacto SuscripcionesDerechos Reservados © Grupo Editorial Milenio 2006Privacidad Aviso Legal Mapa del sitio
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