“El gozo del Señor es mi fortaleza” Nehemías 8:10
¿Qué le preocupa? Hoy en día es muy común ver las noticias tanto en prensa como en televisión, y nos encontraremos con noticias llenas de desesperanza, creando en la mayoría de nosotros estrés o sensaciones desagradables en nuestro organismo. Leemos o vemos acerca de la economía, la inflación, el desempleo, los terremotos o inundaciones, o los famosos virus, además de la inseguridad que se vive en las calles. Todos esos factores causan perdida de gozo en nuestra vida y eso sin contar lo que vivimos cada día en nuestras relaciones o nuestro matrimonio. Muchas personas, muchos matrimonios están viviendo sin gozo, los que ellos experimentan en sus vidas es estrés y ansiedad, y algunas de ellas ya padecen enfermedades crónicas. Algunas personas han experimentado la traición, el abuso, el robo, la calumnia, el rechazo y piensan que su causa es justificada y hacen cosas que en vez de traerles gozo lo que trae es más dolor y tristeza a su vida.
Definir gozo tiene que ver con la alegría del animo, el experimentar disfrute y satisfacción de la vida. El apóstol Pablo lo define como una virtud que debe estar en el carácter del cristiano. Ahora el gozo no depende de las circunstancias externas, depende de mi elección y actitud ante la vida. Por ejemplo, estuve dos semanas fuera del país y al ver a mi esposa y mis hijos, y el hecho de regresar a casa era un motivo de gozo. Me gozo cuando veo sonreír a mis hijos. Me gozo al saber que todo en esta vida es temporal y saber que lo mejor está por venir. Me gozo de escuchar o leer testimonios de personas que están aplicando los consejos que damos y están obteniendo resultados maravillosos.
Quiero compartir contigo tres pasos:
1. Descubre exactamente ¿Cuál es la causa que te hace perder el gozo? ¿Qué es lo que mas te molesta de la situación que estás atravesando? A tu parecer es una pregunta obvia, pero lo más probable es que todavía no hayas identificado la raíz del problema, lo que hace que tu vida pierda gozo y energía. Aquí te invito a hablar con Dios, pero no en son de queja, acércate a El como el padre y amigo. Dile que te muestre lo que tienes que hacer en tu vida.
Recuerda el Salmo 32:8 “Te haré entender y te enseñaré…”
2. Guarda tu corazón. La Biblia enseña que del corazón emana la vida. ¿Qué hay en mi corazón? ¿Qué es lo que más escucho? ¿Qué es lo que más veo? ¿Qué es lo que más pienso? Lo que yo escuche, vea o piensa va a influir mucho sobre mi vida y mi actitud. Una persona que está expuesta a malas noticias de seguro su mente, sus emociones, sus palabras y su cuerpo será afectada negativamente. Cuídese de lo que ve o escucha. Sobre todo cuídese de la queja, somos muy propensos a quejarnos y eso viene desde Adán quien fue el primero que se quejó ante Dios. Cuando te quejas no asumes responsabilidad y te conviertes en victima. Y les digo que a Dios no le gustan las quejas, tampoco puede ayudar a las personas que no asumen responsabilidad ante la vida. Cuidar el corazón es saludable para nuestra vida.
“…Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Si mi corazón es bueno voy a disfrutar más en la vida!
3. Sonríe a la vida. Cuando nos convertimos en adultos nos volvemos demasiado serios para nuestro propio bien, nos reímos muy poco. Se ha dicho que los niños ríen unas 400 veces al día y los adultos sólo ríen 15 veces al día. Nos hace falta ser como niños y reírnos de la vida. Un estudio de Loma Linda University en California ha descubierto que la risa cambia la química de la sangre, protege al organismo contra la enfermedad y la depresión, así como que detiene las enfermedades cardiacas. Por otro lado un estudio de la Universidad de Indiana reveló que la risa relaja los músculos tensos, reduce la producción de hormonas que causan el estrés, rebaja la presión de la sangre, y ayuda a incrementar la absorción de oxígeno en la sangre. También ayuda a quemar calorías puesto que movilizamos unos 400 músculos del cuerpo. Son increíbles los beneficios de la risa. ¿Cuándo fue la última vez que te reíste? Quizás tienes tiempo sin reír y hoy es un buen día para volver a reír. Y para reír debes preguntarte ¿Qué me divierte? ¿Qué me hace reír? ¿Qué pone una sonrisa en mi cara? ¿Qué me da placer? Una vez que lo identifiques pregúntate que te falta y luego establece los pasos para alcanzar lo que estás buscando. Es probable que necesites la ayuda de un entrenador para concentrarte en las cosas positivas de tu vida y recuperar la sonrisa y el gozo de vivir.
“El corazón alegre es buena medicina,…” (Proverbios 17:22)
Es tiempo de reír, y para ello quiero invitarte a ir frente al espejo y mirándote durante tres minutos te rías de ti mismo y busques tu mejor sonrisa. Al terminar de reírte vas a buscar a todas las personas a tu alrededor, de tu familia y tu trabajo y le vas a dar tu mejor sonrisa, debe ser natural y espontánea.
“El corazón alegre hermosea el rostro;…” (Proverbios 15:13)
A través de estos 3 pasos bien sencillos tú puedes recuperar el gozo de tu vida y si aun necesitas ayuda nos deje de contactarnos. Nuestro propósito es que puedas disfrutar la vida al máximo, la vida que Dios diseñó para ti. Si tienes gozo siempre serás fuerte.
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes
lunes, 8 de marzo de 2010
sábado, 6 de marzo de 2010
Busquemos el camino correcto
Soy realmente feliz?
Si uno es, o no, realmente feliz, es una de las preguntas que el ser humano suele plantearse en algún momento de la vida.
La palabra felicidad proviene del término feliz y esto quiere decir alegre, contento, satisfecho.
Es el estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien material, afectivo o espiritual.
Si se desglosa la palabra felicidad, por un lado, se deduce que “fe” es la esperanza y confianza en lo que está por venir. Por el otro, “licidad” proviene de lícito, lo justo y razonable.
“Algunas concepciones sostienen que la felicidad implica la ausencia de dolor, depresión, ansiedad u otros estados físicos o emocionales. Pero esto nos aleja de la búsqueda, ya que implica la evitación de ciertos estados”.
Una de las desventajas de esta idea es que los trastornos en las emociones, las desilusiones y frustraciones constituyen una parte inevitable de la vida, de manera que intentar escapar de lo inevitable sólo intensificará la frustración.
“Esto puede conducir a reproches y, en consecuencia, a un aumento de la infelicidad”.
Al definir felicidad como un estado de satisfacción, realización o logros, de inmediato solemos preguntarnos: “¿Soy realmente feliz?”.
“Para responder a esta pregunta podemos tener en cuenta que la felicidad es una consecuencia de otras actividades, como pueden ser los roles que desempeñamos a lo largo de nuestra vida”.
“Es decir, la felicidad, por sí misma, no existe, sino que es una consecuencia de una vida con sentido, con dirección, con metas y objetivos”.
La felicidad no se reduce a hacer lo que nos gusta sino en gustar de lo que hacemos.
“La acción no siempre trae felicidad, pero no hay felicidad sin acción. Es decir, la felicidad se alcanza con esfuerzo, constancia, dedicación. Todo proceso requiere de perseverancia y esfuerzo”.
Por ejemplo, el nacimiento de un hijo. “Es hermoso y trae mucha felicidad pero también su crianza y educación requerirá esfuerzo y postergación”.“Lograr un título, recibirse, también implica mucha felicidad pero, en pos de este objetivo, en el camino se dejan de lado cosas, noches sin dormir, nervios, etc”.
La felicidad es generalmente transitoria, no un estado final y duradero al que se puede arribar.
“Así es que no es producida por grandes momentos de éxito, sino por pequeñas cosas que nos suceden día a día, que nos confirman que estamos en el camino correcto”.
Para ello se recomienda hacer una evaluación de nuestro día y semana.“Qué pensamos, qué hacemos, qué sentimos frecuentemente… La felicidad es la confianza en lo está por venir y el éxito es el resultado. Por ende, tenemos que buscarla”.
Ahora bien, ¿cómo se hace?
“Encontrándole sentido a nuestro actuar, a nuestro vivir diario. Para saber hacia dónde vamos y qué camino tomar, el termómetro a tener en cuenta es si, volviendo a nacer, elegiríamos lo que hoy somos/”.“Cuando hablamos de sentido es conveniente pensarlo en qué razón tiene lo que nos sucede, no quedarnos en el porqué de lo que nos ocurre, sino para qué, cuál es el propósito de lo que hoy nos toca vivir.
En qué consiste.
“La felicidad implica reconocer el bien que tengo, como puede ser el amor, el dinero, el conocimiento, la salud y desear un bien. Tiene que ver con tener un propósito, es estar direccionado, es tener orientación, visión y metas a cumplir.
“Encontrar nuestra misión en esta vida implica comenzar una búsqueda, poder conectarnos con nuestra esencia, con lo más profundo de nuestro ser, donde podamos restaurar lo dañado y amarnos sin condiciones”.
Así como el amor empieza por casa, la felicidad también comienza por casa.“Nuestra casa somos nosotros mismos. De nosotros va a partir todo lo que construyamos, los vínculos que tengamos o que deseemos tener, como la pareja, la familia, el trabajo, los hijos, amigos, etcétera”.
Cuestionamientos.
Sobre por qué puede haber personas que tengan todo para ser felices pero no se sienten de esa manera, tiene que ver con la falta de reconocimiento y valorización de los bienes.
“La felicidad no depende de los que nos rodean. Nadie puede darnos lo que no tenemos: depende de cada uno poder encontrar lo que nos hace plenos y felices cada día de nuestra vida”.
“No es cosa de otros hacernos felices sino que depende de cada uno buscar lo que hace que podamos sentirnos de esa manera”.
La felicidad no se reduce en hacer lo que nos gusta, sino en gustar de lo que hacemos. La acción no siempre trae felicidad, pero no hay felicidad sin acción. Es decir, se alcanza con esfuerzo, constancia y dedicación.
La felicidad no es el resultado de grandes momentos de éxito, sino de pequeñas cosas que nos suceden, día a día, que nos confirman que estamos en el camino correcto.
Psicóloga Karina Soledad Kees.carinakees@speedy.com.arBahía Blanca. Argentina.
Si uno es, o no, realmente feliz, es una de las preguntas que el ser humano suele plantearse en algún momento de la vida.
La palabra felicidad proviene del término feliz y esto quiere decir alegre, contento, satisfecho.
Es el estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien material, afectivo o espiritual.
Si se desglosa la palabra felicidad, por un lado, se deduce que “fe” es la esperanza y confianza en lo que está por venir. Por el otro, “licidad” proviene de lícito, lo justo y razonable.
“Algunas concepciones sostienen que la felicidad implica la ausencia de dolor, depresión, ansiedad u otros estados físicos o emocionales. Pero esto nos aleja de la búsqueda, ya que implica la evitación de ciertos estados”.
Una de las desventajas de esta idea es que los trastornos en las emociones, las desilusiones y frustraciones constituyen una parte inevitable de la vida, de manera que intentar escapar de lo inevitable sólo intensificará la frustración.
“Esto puede conducir a reproches y, en consecuencia, a un aumento de la infelicidad”.
Al definir felicidad como un estado de satisfacción, realización o logros, de inmediato solemos preguntarnos: “¿Soy realmente feliz?”.
“Para responder a esta pregunta podemos tener en cuenta que la felicidad es una consecuencia de otras actividades, como pueden ser los roles que desempeñamos a lo largo de nuestra vida”.
“Es decir, la felicidad, por sí misma, no existe, sino que es una consecuencia de una vida con sentido, con dirección, con metas y objetivos”.
La felicidad no se reduce a hacer lo que nos gusta sino en gustar de lo que hacemos.
“La acción no siempre trae felicidad, pero no hay felicidad sin acción. Es decir, la felicidad se alcanza con esfuerzo, constancia, dedicación. Todo proceso requiere de perseverancia y esfuerzo”.
Por ejemplo, el nacimiento de un hijo. “Es hermoso y trae mucha felicidad pero también su crianza y educación requerirá esfuerzo y postergación”.“Lograr un título, recibirse, también implica mucha felicidad pero, en pos de este objetivo, en el camino se dejan de lado cosas, noches sin dormir, nervios, etc”.
La felicidad es generalmente transitoria, no un estado final y duradero al que se puede arribar.
“Así es que no es producida por grandes momentos de éxito, sino por pequeñas cosas que nos suceden día a día, que nos confirman que estamos en el camino correcto”.
Para ello se recomienda hacer una evaluación de nuestro día y semana.“Qué pensamos, qué hacemos, qué sentimos frecuentemente… La felicidad es la confianza en lo está por venir y el éxito es el resultado. Por ende, tenemos que buscarla”.
Ahora bien, ¿cómo se hace?
“Encontrándole sentido a nuestro actuar, a nuestro vivir diario. Para saber hacia dónde vamos y qué camino tomar, el termómetro a tener en cuenta es si, volviendo a nacer, elegiríamos lo que hoy somos/”.“Cuando hablamos de sentido es conveniente pensarlo en qué razón tiene lo que nos sucede, no quedarnos en el porqué de lo que nos ocurre, sino para qué, cuál es el propósito de lo que hoy nos toca vivir.
En qué consiste.
“La felicidad implica reconocer el bien que tengo, como puede ser el amor, el dinero, el conocimiento, la salud y desear un bien. Tiene que ver con tener un propósito, es estar direccionado, es tener orientación, visión y metas a cumplir.
“Encontrar nuestra misión en esta vida implica comenzar una búsqueda, poder conectarnos con nuestra esencia, con lo más profundo de nuestro ser, donde podamos restaurar lo dañado y amarnos sin condiciones”.
Así como el amor empieza por casa, la felicidad también comienza por casa.“Nuestra casa somos nosotros mismos. De nosotros va a partir todo lo que construyamos, los vínculos que tengamos o que deseemos tener, como la pareja, la familia, el trabajo, los hijos, amigos, etcétera”.
Cuestionamientos.
Sobre por qué puede haber personas que tengan todo para ser felices pero no se sienten de esa manera, tiene que ver con la falta de reconocimiento y valorización de los bienes.
“La felicidad no depende de los que nos rodean. Nadie puede darnos lo que no tenemos: depende de cada uno poder encontrar lo que nos hace plenos y felices cada día de nuestra vida”.
“No es cosa de otros hacernos felices sino que depende de cada uno buscar lo que hace que podamos sentirnos de esa manera”.
La felicidad no se reduce en hacer lo que nos gusta, sino en gustar de lo que hacemos. La acción no siempre trae felicidad, pero no hay felicidad sin acción. Es decir, se alcanza con esfuerzo, constancia y dedicación.
La felicidad no es el resultado de grandes momentos de éxito, sino de pequeñas cosas que nos suceden, día a día, que nos confirman que estamos en el camino correcto.
Psicóloga Karina Soledad Kees.carinakees@speedy.com.arBahía Blanca. Argentina.
viernes, 5 de marzo de 2010
REFLEXION
EL TREN DE LA VIDA
Un día, lleno de luz y brillo, leía un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Era una metáfora extremadamente interesante ya que interpretaba correctamente lo que quería expresar. Ella decía algo así como las siguientes humildes palabras:
Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, de alertas falsas y verdaderas, con algunas subidas y bajadas tristes, con subidas y bajadas de alegría.
Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas, nuestros padres, que nos harán conocer el "Gran" viaje hasta alguna parte del camino. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje continuará. Conoceremos a otras interesantes personas, durante la larga travesía. Subirán nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.
En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.
Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo seguramente. Alguien nos entenderá y ayudará.
El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cuál estación nos tocará descender. Pero creo que será hermoso ver continuar el camino de los hijos. Separarse del amor a la vida será algo doloroso, pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volveremos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.
Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿Quién será?. Me gustaría que tú pensaras que desembarcar del tren, no es sólo una representación del término de una historia que dos personas construyeron. Estoy feliz de ver cómo ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de reconstruir para volver a empezar; y eso es señal de lucha y valentía. Saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros.
Agradezco a Dios porque estamos realizando este viaje juntos y a pesar de que nuestros asientos no están juntos, con seguridad el vagón es el mismo.
Autor Desconocido
Un día, lleno de luz y brillo, leía un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Era una metáfora extremadamente interesante ya que interpretaba correctamente lo que quería expresar. Ella decía algo así como las siguientes humildes palabras:
Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, de alertas falsas y verdaderas, con algunas subidas y bajadas tristes, con subidas y bajadas de alegría.
Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas, nuestros padres, que nos harán conocer el "Gran" viaje hasta alguna parte del camino. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje continuará. Conoceremos a otras interesantes personas, durante la larga travesía. Subirán nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.
En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.
Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo seguramente. Alguien nos entenderá y ayudará.
El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cuál estación nos tocará descender. Pero creo que será hermoso ver continuar el camino de los hijos. Separarse del amor a la vida será algo doloroso, pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volveremos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.
Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿Quién será?. Me gustaría que tú pensaras que desembarcar del tren, no es sólo una representación del término de una historia que dos personas construyeron. Estoy feliz de ver cómo ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de reconstruir para volver a empezar; y eso es señal de lucha y valentía. Saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros.
Agradezco a Dios porque estamos realizando este viaje juntos y a pesar de que nuestros asientos no están juntos, con seguridad el vagón es el mismo.
Autor Desconocido
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